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Ecosistemas en el mundo laboral (VII. Participación)

Ciertamente, podemos concebir una compañía en la que los empleados carecen absolutamente de cualquier nivel de participación en la toma de decisiones empresariales. Seguro que hay muchas. Es más que probable que en las franquicias de restauración, la persona que nos sirve la pizza o la hamburguesa, jamás haya sido consultada sobre ninguno de los aspectos de las operaciones. Pero que seamos capaces de  concebirlo no quiere decir que esa situación sea deseable. Los empleados que están correctamente informados del estado de la compañía y a los que, de alguna forma, se implica en la toma de decisiones, se encontrarán mucho más motivados e insertos dentro del proyecto empresarial donde se ubiquen.

Creo que hay varias cuestiones cruciales que nos invitan a fomentar la participación de los empleados de una compañía. La mayor parte de ellas tienen que ver con el aumento de la productividad y el beneficio empresarial. Por ejemplo, porque aumenta la motivación y los trabajadores más motivados son más productivos. También porque las ideas aportadas seguro que nos ayudarán a mejorar los procesos, a hacer más eficaces las cosas y a mejorar nuestra relación con los clientes. Pero además, alguien que se siente partícipe en la toma de decisiones es más feliz y si eres más feliz, desarrollas tus funciones con más energía.

«Siempre he estado en contra de los pluses de antigüedad, pero, ¿por qué no tener en nuestras compañías pluses para la creatividad?»

Pero no podemos olvidar que las empresas no son organismos democráticos respecto a todos sus interesados. Solo lo son a nivel de la participación accionarial. Las decisiones están vinculadas a la cuota de acciones que pertenece a cada uno de los propietarios. Sería ilusorio pensar que el rumbo estratégico general de la compañía va a a estar determinado por las ideas que nos manifiesten los clientes, los empleados o las autoridades municipales del lugar donde se encuentra la sede. Sin embargo, sin llegar a este extremo, la apertura de canales para recoger el punto de vista de todos los interesados resulta esencial para el buen funcionamiento de las cosas. Veamos algunos.

  • En primer lugar, el más elemental. Me refiero a la participación de los trabajadores a través de sus órganos de representación: comité de empresa, comisiones de riesgos laborales, de igualdad y tantas otras donde los empleados de forma institucional pueden hacer llegar su punto de vista.
  • En paralelo a la anterior, la que puede recabarse a través de sistemas para la recogida de opiniones, buzones físicos, intranets corporativas, etc.
  • No obstante, las anteriores son frías y acartonadas. Prefiero las que llevan la participación a un nivel más directo. Si para la compañía, recabar el punto de vista de sus empleados es un elemento esencial inserto en su ADN, se tratará de que todo el canal de comunicación diario esté preparado para esto. Que las personas sean conscientes de que pueden y deben transmitir su punto de vista a sus jefes intermedios, a los menos directos o incluso a nivel de dirección general, a través de los canales que se hayan habilitado para ello.
  • Fomentar la participación mediante concursos de ideas primados con beneficios de algún tipo para los que se consideren más relevantes, será también una buena idea.
  • Hacer de la transmisión de ideas factibles, que hayan sido testeadas por la compañía y que hayan tenido éxito, un factor a tener en cuenta a la hora de medir las promociones profesionales. Siempre he estado en contra de los pluses de antigüedad, pero, ¿por qué no tener en nuestras compañías pluses para la creatividad?
  • Medir, siempre medir el impacto de las buenas y las malas decisiones. Que quienes de verdad hayan ayudado a mejorar sean conscientes del impacto que su propuesta ha tenido en las operaciones de la empresa.

«…fomentar la auténtica participación en un mundo donde la innovación permanente es la base de la sostenibilidad, puede llevarnos a alcanzar horizontes de éxito insospechables.»

Y cuantas más ideas se nos ocurran, mejor para todos. Pero no olvidemos que tenemos que encontrarnos en un caldo de cultivo que percibamos como útil. Si la participación se torna algo puesto sobre la mesa como una medida de marketing interno, pero que no se inserta de verdad en los procesos de la compañía, lo más probable es que los resultados sean contraproducentes. Y, contrariamente, fomentar la auténtica participación en un mundo donde la innovación permanente es la base de la sostenibilidad, puede llevarnos a alcanzar horizontes de éxito insospechables. El mundo del directivo superlisto que solo con sus ideas pone a las empresas en el cielo del NASDAQ ha terminado. Solo con un método participativo, colaborativo, lograremos ser los mejores, crecer y sostener nuestro proyecto en el tiempo.

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