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Emprendiendo (I. Introducción)

Lo he dicho en alguno de mis artículos, emprender no es tarea fácil. Pero, recientemente, también he indicado que emprender era un vicio. ¡Buena mezcla! A lo largo de distintos artículos anteriores en este blog he escrito sobre varias cuestiones que tienen que ver con el emprendimiento empresarial, pero quizá de forma algo deslabazada. Por ello inicio hoy esta serie en la que intentaré dar algo de sistematicidad a esa labor tan ardua y apasionante que es la de emprender un proyecto empresarial. Y empleo el gerundio a propósito para referirme a ello, emprendiendo, un tiempo verbal de acción, de movimiento. Porque emprender es eso, moverse, estar vivo, pelear por lo que uno quiere hacer con su vida profesional.

Emprendiendo

 

Mi objetivo es ayudar a los que empiezan, mostrarles algo de luz o, al menos, ejemplos de aquello por lo que yo ya he pasado. Si sirve de algo a alguien quedaré más que satisfecho. Hoy se nos habla continuamente de la importancia del emprendimiento. Sobre todo desde el inicio de la crisis económica del 2008, parece que la política de los distintos gobiernos ha ido dirigida a fomentar que las personas inicien proyectos de este tipo. Ello con la idea de facilitar salidas profesionales a tantos trabajadores que habían perdido su empleo. En general, creo que se ha abusado de la incitación al emprendimiento. Emprender es una tarea compleja. Hay muchos matices que hemos de tener en cuenta para no dilapidar nuestro esfuerzo en un trabajo inútil. Se nos ha empujado a buscar con excitación esa idea milagrosa de proyecto que nos llevará al éxito. Pero los milagros no existen. En este proceso muchos han perdido demasiado tiempo, esfuerzo y dinero.


«Emprender es una tarea compleja. Hay muchos matices que hemos de tener en cuenta para no dilapidar nuestro esfuerzo en un trabajo inútil.»


 

España es un país con un tremendo peso de la micropyme sobre las pymes y las grandes empresas. Está bien fomentar el emprendimiento, pero no todo vale. Quizá antes de dedicar tanto esfuerzo a ello sería necesario dedicarlo a ayudar en el crecimiento de las pequeñas compañías, a empujar su desarrollo para que cada vez sean más competitivas nacional e internacionalmente. Y, desde luego, si hay que ayudar en el emprendimiento, hacerlo en el emprendimiento responsable. A las personas que quieren iniciar nuevos proyectos hay que contarles muchas cosas previamente. Hay que decirles que no inician un camino de rosas, que deben reflexionar mucho sobre el alcance de lo que quieren hacer, sobre si el mercado lo necesita o no, sobre sus posibilidades estratégicas, técnicas, financieras… Y, por supuesto también, en el aspecto psicológico, enseñarles a perder el miedo al fracaso. No es malo fracasar. Si fracasas es porque lo has intentado, solo no fracasan quienes no lo intentan. Pero que el camino sea consciente, que la odisea hasta llegar a Ítaca hayamos sido capaces de ponerla frente a los que quieren iniciar esa navegación. No sea que los Lestrigones y los Cíclopes del camino les sorprendan, les confundan y les alejen de la ruta iniciada.


«No es malo fracasar. Si fracasas es porque lo has intentado, solo no fracasan quienes no lo intentan.»


 

A lo largo de mi vida he realizado varios emprendimientos empresariales, puedo contar hasta seis. Siempre con socios, diferentes en cada caso, con distintas afinidades respecto a ellos. Con porcentajes equitativos de éxitos y fracasos. Siempre interesantes. Algunos perduran aún, esté yo, o no, ya en ellos, lo que me llena de orgullo, ya que los puestos de trabajo creados siguen facilitando la vida de muchas personas.

En todos ellos se han dado un conjunto de acciones que han conducido los proyectos en una dirección u otra. Al éxito, al fracaso… Mi idea aquí es organizar las ideas en una serie de apartados que traten de resumir mi experiencia al respecto y sistematizar aquellas cuestiones que, desde mi punto de vista, es ineludible tener en cuenta antes de realizar emprendimiento alguno. Estos apartados son:

  1. La elección del proyecto
  2. Análisis de mercado y selección de estrategias
  3. Asuntos financieros
  4. Capacidad tecnológica
  5. Aspectos relacionados con las operaciones
  6. Aspectos relacionados con el marketing
  7. Socios / Colaboradores
  8. Cuestiones psicológicas / Personalidad del emprendedor

Y, en cada uno de ellos, ir revisando las distintas alternativas que se nos presentan, aquellas por las que yo he pasado y otras por las que no pasé pero que con el análisis en la distancia se me muestran como oportunidades fallidas. En el fondo será como revisar distintas situaciones a través del método del caso, aquel que suelen emplear las escuelas de negocio en la formación de sus alumnos.

En mi caso comencé pronto con los emprendimientos empresariales. El primero de ellos fue un poco forzado por las circunstancias y no funcionó. Yo tenía 27 años, era empleado público en la Comunidad de Madrid y acababa de terminar mi licenciatura. Pero ya estaba casado, mi pareja aprobó una oposición a la Administración del Estado y le dieron un puesto alejado de Madrid, donde vivíamos. Allí entablé contacto con un empresario local que daba servicios a las pequeñas empresas de la zona y quería ampliar su negocio al ámbito de los sistemas de información. Vi en ello la oportunidad de poder reiniciar con normalidad la vida conyugal, pedí una excedencia y me asocié en el proyecto. No funcionó. Acostumbrado a un determinado modelo de vida y de relaciones profesionales no pude acostumbrarme al entorno de una pequeña población rural y al modo de prestar servicios que debía allí ejercerse. Por tanto, a los pocos meses (mi excedencia era puntual de seis) le planteé a mi socio que dejaba el proyecto y volví a mi puesto en la administración pública madrileña.

Pero el germen estaba sembrado. Solo unos pocos años más tarde, cuando ya profesionalmente estaba perfectamente ubicado, trabajaba en ICM, la empresa de informática de la Comunidad de Madrid con una excelente posición y acababa de tener un hijo, decidí dejarlo todo de nuevo y con otros dos socios montar una compañía de servicios informáticos, Grupo EIDOS, proyecto que todavía perdura (aunque yo ya no estoy en él) y que fue donde se concentraron todas mis primeras experiencias respecto al mundo empresarial y lo que suponía el emprendimiento para las mentes inquietas como la mía. Pasé varios años trabajando el doble o el triple de lo que lo hacía en la Administración Pública y ganando menos de un tercio de lo que allí ganaba. Pero me divertí mucho, crecimos y al final todo fue relativamente bien. Allí me entró el gusanillo de los proyectos propios, allí aprendí que en ocasiones resulta atractivo abandonar una actividad profesional sin riesgo, pero aburrida, por otra arriesgada pero que nos llena mucho más. Eso sí, mis finanzas y la tranquilidad de mi familia lo pagaron. Fueron años duros, pero aprendí mucho. A partir de ahí, ha habido siempre un proyecto de emprendimiento rondándome en la cabeza.

 

 

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