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Emprendiendo (XI. La personalidad del emprendedor)

La verdad es que iba a dar por finalizada esta serie con la entrega anterior. En general soy bastante sensible a la crítica, aunque esto parezca mentira en alguien tan viejo y curtido como yo. Pero la cuestión es que cuando haces las cosas con la intención de ayudar y parecen malinterpretarse, uno se queda un poco chafado. Me refiero solo a un simple comentario de un usuario anónimo en el post de la entrega anterior de esta serie. No es que dijera nada excesivamente negativo, pero venía a tachar esto más o menos de un rollo algo pesado y al autor de dar charlas al estilo del abuelo cebolleta, 🙂 . El actual mundo de las redes sociales y la ira que solemos verter en ellas dan para mucho más que esto, pero la verdad es que a mí no me interesa esa ciénaga. En fin, la cuestión es que tampoco quería dejar la serie inconclusa, ya que veo por los índices de lectura que hay gente a la que le es útil o al menos la lee, de forma que me dispongo a darle fin en este post, con la temática de la personalidad del emprendedor, tal como anuncié en la primera entrega.

La personalidad del emprendedor

Para emprender proyectos debemos estar hechos de una madera especial. Existen una serie de facetas de personalidad que no hay más remedio que tener o, al menos, cultivarlas si uno no está muy dotado en ellas. Fuerza de voluntad, capacidad de trabajo, resistencia al fracaso son las tres elementales. Sin la primera es difícil tener el empuje suficiente para alentar el nacimiento de un proyecto propio. Cuando trabajamos para un tercero las cosas pueden ir más rodadas; se nos da el camino más o menos hecho. Nosotros solo tenemos que seguirlo. Por supuesto que se necesita también esfuerzo para ese tipo de trabajo, pero siempre habrá linderos trazados que nos orienten. Cuando estamos creando nosotros el camino, los linderos no existen y hay que tener una gran dosis de autoestima y de fuerza para crearlos. La segunda parece que se supone a cualquiera que tiene que ganarse el pan con el sudor de su frente, pero la dosis que de ella hay que tener cuando se comienza un proyecto propio debe ser mucho más alta que en cualquier otra circunstancia. Lo normal es que si somos asalariados, la entrada mensual de dinero, por mal pagados que estemos, está garantizada, pero si estamos creando nuestro propio trabajo, los ingresos solo estarán en dependencia de nuestra inteligencia para crearlos y de la capacidad de echar cada día horas y horas para poder facturar lo que necesitamos en orden al mantenimiento del proyecto y con la finalidad de llevarnos a casa lo suficiente para poder sobrevivir. La tercera es absolutamente elemental. Resiliencia es como se la define en psicología, la capacidad de poder superar las circunstancias adversas. En el mundo del emprendimiento, la preparación para el fracaso. Las cosas pueden ir mal y hemos de estar preparados para sobrellevar esta situación, aprender de lo hecho y volver a levantarnos.

Así, pues, si vamos a comenzar un proyecto propio una de las primeras labores a las que debemos enfrentarnos es a la de hacer introspección, tratar de conocernos a nosotros mismos. Si nuestra voluntad flaquea, valoramos mucho nuestro tiempo de ocio y las circunstancias adversas nos doblegan, lo mejor es que nos dediquemos a otra cosa. Solo si afrontamos exitosamente ese diálogo interior con nosotros mismos, debemos atrevernos a embarcar en la aventura de emprender un proyecto propio.

Pero, ojo que no son solo las mencionadas características las que necesita la personalidad del emprendedor. Hay muchas más, aunque estas tres pudieran ser las más relevantes. Sigamos abordando alguna más de ellas. Me gustaría referirme ahora a la capacidad de ser tolerante con quien discrepa de nosotros. Muchas veces se menciona este tema (yo mismo lo he hecho en otro punto de este blog) en lo que al trabajo del directivo con sus subordinados se refiere, pero el emprendedor no debe estar exento de esta virtud. Muchos emprendedores sueñan con un proyecto propio que les libere de soportar un jefe difícil o unas relaciones laborales tensas. Si piensas que en un proyecto propio esto va a ser diferente, estás totalmente confundido. Lo normal es que cualquier emprendimiento necesite una figura relevante para funcionar, se trata del cliente. Y, amigo lector, te aseguro que soportar a un jefe déspota es bastante más sencillo que aguantar a decenas, centenares o miles de clientes exigentes respecto a lo que esperan de nosotros. Particularmente he trabajado en proyectos que por su naturaleza suponían gestionar proyectos de tecnología para unas pocas decenas de clientes, pero también he trabajado en proyectos altamente escalables donde el producto que vendíamos llegaba a millones de usuarios. Y os garantizo que en ambos casos, la presión del cliente es mucho mayor que la de un solo jefe de comportamiento algo tiránico.

Por supuesto que esta capacidad reseñada no solo debemos emplearla con los clientes. Otros de los elementos relevantes en cualquier proyecto son los socios y los empleados. Ser capaz de establecer una relación mutua basada en las buenas formas y la tolerancia para las ideas dispares es, igualmente, fundamental.

Es cierto que cuando en un proyecto participan varios emprendedores, las facetas de personalidad de unos se suman a las de los otros y entre todos pueden formar un equipo óptimo para el proyecto. Hemos mencionado esto en anteriores entregas respecto a como las características profesionales de cada uno se deben adecuar a cubrir las distintas necesidades de la empresa. Sin embargo, deberíamos tener claro que hay una vertiente de radical importancia en cuando a la psicología del emprendedor, se trata del liderazgo. Y hay que entender el liderazgo como la capacidad de crear y dirigir un proyecto, hacerlo atractivo para los interesados en el mismo, sean otros socios, empleados, clientes, proveedores, inversores, etc. Puede parecer una tontería, pero si tenemos un perfil muy analítico y poco extrovertido quizá tengamos alguna dificultad para llevar a cabo sobre todo ciertos tipos de emprendimiento.

Bien, no quiero extenderme más. A lo largo de los diferentes artículos de esta serie hemos repasado diferentes características del proceso de emprendimiento. Quizá lo visto no sea aquello que usualmente nos cuentan cuando asistimos a una charla sobre lo necesario que es emprender y lo bonito del proceso. He intentado exprimir datos desde la experiencia de alguien que ha pasado su vida profesional emprendiendo y que ha tenido la dosis justa de fracasos y éxitos como para conocer adecuadamente las cuestiones a las que debemos enfrentarnos. Eso es lo que he procurado verter aquí a fin de que sea de utilidad. No se trata de una manual para seguir como una especie de catecismo del emprendimiento sino más bien de un conjunto de consejos que se derivan de la práctica. Si has seguido la serie espero que te haya sido de utilidad.

 

 

2 comentarios en «Emprendiendo (XI. La personalidad del emprendedor)»

  1. Molan tus artículos.
    Y la prueba es que generas debate, además de dar en el clavo con lo que cuentas (y lo sé por las experiencias vividas, que han necesitado de mucha templanza y prudencia 🙂 para culminar con éxito.
    Tal vez es hora de dedicarte a esto de escribir al 100%

    1. Foto del avatar

      Gracias Manuel. El problema es que siempre he sido más bien hombre de acción y al final las ganas de hacer cosas nuevas me pueden. Tengo periodos en los que me gusta la reflexión y dedicarme a escribir, pero rápidamente se ven vencidas por la tendencia a la acción.

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