Coincidencia histórica. En un mismo día tenemos juntos a los oficiantes de dos de los mitos que conforman el sustrato del alma española actual, la de los católicos con la celebración de la fecha en la que Cristo perdió su condición humana para recuperar la divina y la de los nostálgicos del advenimiento de la Segunda República. Dos mitos enfrentados.
Las dos Españas. Volvemos al viejo binomio de confrontación. Y para comprobarlo solo tengo que echar un vistazo a lo que se dice en las redes sociales. Llenas hasta la saciedad de los dimes y diretes habituales por uno y otro lado. La verdad es que es algo aburrido observar como la sociedad española sigue concentrada en mitos poco válidos para el mundo actual y que en lugar de unirnos solo contribuyen a separarnos como comunidad.
«…es algo aburrido observar como la sociedad española sigue concentrada en mitos poco válidos para el mundo actual y que en lugar de unirnos solo contribuyen a separarnos como comunidad.»
Por mi parte, trataré aquí de fijar mi punto de vista al respecto de ambas cuestiones. Ello con la finalidad de aclarar mi posición a unos y otros, que luego todo es escenario de confusión cuando ambos bandos te creen de los suyos por más contrapuesto que sea su punto de vista.
Vayamos con el tema del catolicismo. No soy católico, soy ateo. Me gustaría que el país fuera más laico en lo que al Estado se refiere. Pero entiendo que un muy alto porcentaje de la población sigue siendo practicante o al menos simpatizante de esta religión. Por tanto solo puedo manifestar respecto hacia ellos y sus creencias. Desde mi apartamiento absoluto y mi descreimiento radical de toda esta mitología, no estoy dispuesto a apoyar causas tan alocadas como la de aquellos que quieren que la televisión pública elimine las misas de su programación. Vive y deja vivir dice una de mis máximas favoritas. Le pido a la Iglesia que no se meta con mis convicciones, que respete el tipo de sociedad en el que estamos inmersos y, a cambio, cuenta también con mi respeto como contrapartida.
Sigamos con el asunto de la II República. Mi padre fue republicano, luchó con el Ejército Popular y yo desde pequeño me he criado en un ambiente de respeto y consideración al mito. Hasta que me dediqué a estudiarlo a fondo desde una perspectiva historiográfica. Sé que este es un tema complejo y que casi nadie estará de acuerdo con lo que diga, por ello voy a expresar mis convicciones en oraciones que intentarán ser simples.
- La Segunda República fue un rayo de esperanza en una España atrasada y oprimida.
- La generación de políticos que la sustentó no tuvo el nivel adecuado para llevar a cabo el proyecto. Cayeron en el enfrentamiento de ideas radicales en lugar de tratar de avanzar creando un espacio de libertades donde cupieran todas las sensibilidades presentes en el país.
- Los políticos de la época, una generación demasiado madura, no hizo la guerra, pero sumió a sus hijos, que sí la hicieron, en una hecatombe de sangre y fuego de consecuencias impresionantes para el país en aquellos años y en muchos posteriores.
- La falta de talla política en ningún caso justifica el golpe de estado y la terrible matanza posterior al mismo. Franco y sus seguidores fueron, simplemente, vulgares asesinos imbuidos de una misión tan mística como irreal, salvar al país del comunismo. Las varias decenas de miles de sentencias de muerte que el dictador firmó en los meses posteriores al fin de la guerra son más que suficientes para demostrar el carácter sanguinario de los golpistas.
- Pero los de la ira revolucionaria no se quedaron atrás. Las bandas incontroladas de radicales que fusilaban a cualquiera por el solo hecho de pertenecer a una organización de derechas o manifestarse como católico, fueron tan asesinos como los del otro bando.
«…no hemos de olvidar que para que en un espacio quepan todos, cada uno ha de sacrificar parte de sus ideas para permitir que se desarrollen las de los otros.»
Los políticos de la Transición tuvieron la altura de miras necesaria como para superar este enfrentamiento histórico y construir un espacio cívico de convivencia legal donde cupiésemos todos. Y no hemos de olvidar que para que en un espacio quepan todos, cada uno ha de sacrificar parte de sus ideas a fin de permitir que se desarrollen las de los otros. Hoy está de moda denostar a la generación del 78, aquella de los que construimos este escenario actual que no ha estado marcado por matanzas inmisericordes sino por la época en la que, con todas sus luces y sombras, España ha gozado de los mejores momentos de bienestar y tolerancia de su historia. Pero, no obstante, ahora que parece que una nueva generación quiere cambiar las cosas, me parecerá perfecto que lo haga, pero solo si las nuevas reglas del espacio cívico que diseñen conservan el espíritu de respeto hacia el contrario del que están impregnadas las reglas actuales.
Por ello, para mi ni el Viernes Santo ni el 14 de abril constituyen efemérides que me conmuevan. Mi única celebración de hoy ha sido ver por enésima vez El hombre que mató a Liberty Valance del genial John Ford, luego me tomaré una buena cerveza de aperitivo y me fumaré un habano tras la comida. Todo ello como ofrenda a que olvidemos el pasado y trabajemos por el futuro de esta comunidad que debe contenernos a todos y que se llama España.
Excelente artículo. Chávez Nogales, no le hubiese quitado ni puesto una coma.
Juan Sánchez
Muchas gracias, Juan.