Es munición de discretos la cortesana gustosa erudición: un práctico saber de todo lo corriente, más a lo noticioso, menos a lo vulgar. Tener una sazonada copia de sales en dichos, de galantería de hechos, y saberlos emplear en su ocasión, que salió a veces mejor el aviso en un chiste que en el más grave magisterio. Sabiduría conversable valióles más a algunos que todas las siete con ser tan liberales.

Una defensa del carácter relacional de las personas. En este aforismo, Gracián defiende la capacidad para mantener conversaciones que nos permitan sostener la atención del interlocutor. No es esta una defensa del sabio solitario que apenas si se relaciona con los humanos mientras sí que lo hace con los libros, como en algún otro aforismo defenderá. Se trata de mantener la moderación. Hay que ser sabio, pero hay que saber moverse en el mundo con esa «cortesana gustosa erudición». Triunfar (y no solo en el sentido de crecer como persona) requiere de la sabiduría mundana, de la capacidad de relacionarnos con otras personas de forma que podamos captar su atención y su interés hacia nosotros.
El auténtico sabio no es solo quien atesora conocimientos sino también quien es capaz de usarlos en provecho de su carrera personal. Y no debemos olvidar que ese concepto de «carrera personal» puede ser muy polisémico para Gracián e implica crecimiento interior, pero también exterior. El triunfo profesional y el crecimiento personal no están tan distanciados uno de otro.
He conocido a algún que otro comercial que cada mañana repasaba las noticias de la prensa no tanto por interés propio sino para proveerse de ese «práctico saber de todo lo corriente», de forma que pudiera mantener con sus clientes del día el necesario acopio de «sales en dichos», la adecuada «sabiduría conversable». Pero el profundo Gracián no se queda solo en lo superficial, prueba de ello es que nos impulsa «más a lo noticioso, menos a lo vulgar». Gracián era un hombre de su mundo, no un sabio huraño, alejado de la realidad.