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Cambio de ciclo

Mis escasos lectores quizá echen de menos (¡qué pretencioso soy!) mis colaboraciones por aquí, algo escasas últimamente. La verdad es que desde el pasado noviembre no me ha dado el físico siquiera para sentarme a reflexionar sobre algún asunto sobre el que mereciera la pena decir algo. ¡Y mira que los hay! Será la edad, será el monumental exceso de trabajo, será el hartazgo de un mundo que cada vez comprendo menos. Lo cierto es que no veo nada interesante qué comentar con mis amigos. Estoy tan cansado que solo me apetece en los escasos momentos de ocio, dejar perder la mente en alguna vaga, aunque no sombría, meditación.

Ha llegado, pues, el momento de cambiar las letras por los tomates. Quienes me conocen saben que he tenido periodos en la vida dedicados a ambas cosas. Y cuando el trabajo asfixia es mejor dedicar los escasos momentos de ocio a roturar la tierra, echar semillas, regar, ver cómo crecen las plantas y relajar el espíritu con dichas tareas tan simples, pero tan gratificantes. Ya lo decía el Eclesiastés, eso del tiempo para vivir y el tiempo para morir… Bueno, realmente, yo prefiero la versión del Green leaves de Eddy Arnol, aquella canción que fue la base de la música de El Álamo de John Wayne:

“A time just for plantin’,
a time just for ploughin’,
a time just for livin’,
a place for to die.
Twas so good to be young then,
to be close to the earth.
Now the green leaves of summer         
are calling me home.”

Esto no quire decir que abandone definitivamente este canal de comunicación. Cuando me lo permita el cuerpo diré algo, pero en este momento no puedo. Hasta pronto. Os mandaré tomates.

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