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Hay épocas hechas para diezmar los rebaños…

En 1962 Alejo Carpentier publicó El Siglo de las Luces, una de las mejores novelas del genial autor cubano. No la traigo aquí a colación de hablaros sobre ella ni para reseñar su magnífica historia. Lo hago porque hace muchos, muchos años, cuando yo era muy joven, anotaba (manualmente, ¡qué época!) citas de aquello que leía y de alguna manera me impactaba. Y de la novela de Carpentier anoté lo siguiente:

«Hay épocas hechas para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus»

(El Siglo de las Luces, V-XXXVI)

 

Alejo Carpentier

La frase, desde luego, describe como una adecuada metáfora este mundo que nos está tocando vivir. Tenemos la impresión continua de que caminamos hacia atrás. Si la humanidad, desde el fin de la segunda guerra mundial, parecía haber tomado un camino, lento eso sí, hacia un mayor grado de perfección, estos últimos años la sensación es de estar tirando por la borda todo ese proceso. Nuestro país se enfanga cada vez más en una crisis política de tremendas proporciones, donde la confusión reina por doquier y nadie parece tener ideas que nos ayuden como sociedad a salir de este marasmo. Europa se sumerge en el populismo y la irracionalidad. Y en USA, el señor Trump acaba de dar el tiro de gracia a una época en la que el hombre, al menos nominalmente, parece que pretendía dejar de ser el lobo para el hombre.


«…en USA, el señor Trump acaba de dar el tiro de gracia a una época en la que el hombre, al menos nominalmente, parece que pretendía dejar de ser el lobo para el hombre.»


Caminamos hacia un mundo donde la tolerancia, la solidaridad, el respeto, la valoración, por encima de todo, de los derechos civiles, pierden puntos cada día. Nos cerramos como sociedades, como países, como castas. Todos pensamos que nuestro ámbito es el único aceptable y que los demás solo intentan invadirlo y aprovecharse de las ventajas que en él disfrutamos. Apuntamos hacia un nuevo horizonte de localización. Parece que lo global es lo que nos ha traído la crisis, el terrorismo, la desigualdad. Pero no es cierto.

Una cosa es que defendamos modelos de vida sustentados en valores que hacen que los humanos podamos desarrollarnos y otra que usemos la exclusión para expulsar de nuestro horizonte cómodo aquello que nos perturba. No nos damos cuenta de que lo que nos perturba nos ofrece oportunidades de integración y de mejora de nuestro propio modelo. De que lo importante es avanzar y no quedarnos detenidos en escenarios idílicos del pasado.

La humanidad es un concepto en evolución. Malamente podemos hacer una foto fija del proceso y tratar de detenernos en ella. Eso es lo que el señor Trump está intentando en USA, detener los tiempos, volver a aquella sociedad de pioneros que crearon uno de los escenarios más amables para el desarrollo de las personas. Pero eso no es posible. En el mundo actual hemos de jugar con las cartas que tenemos y no con las que tenían nuestros abuelos. Si lo intentamos estaremos dando pábulo a la frase de Carpentier y haremos de nuestra época el escenario confuso donde las tribus se dispersarán y más de uno estará pensando en diezmar el rebaño.

 

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