Saltar al contenido

La guerra de mi padre

Mi padre, Martín Quirós Calero, ya había realizado el servicio militar antes del comienzo de la guerra civil. Él nació en 1912 y, por tanto, era de la quinta del 33. La familia vivía en Arjona, un pueblo de Jaén situado en la campiña norte, en plena región aceitunera. Cuando se produce el levantamiento militar, aquel sábado de julio del 36 él estaba segando con otro grupo de compañeros y alguien fue corriendo a dar la noticia. Pero en la zona no se produjo ningún incidente importante. El lugar estaba totalmente controlado por las organizaciones de izquierda y el empuje de las tropas de Queipo que se producía desde Córdoba no llegó hasta el pueblo.

Martín Quirós Calero

En su familia eran 7 hermanos (Pepe, Martín, Ana, Antonio, Francisco, Gabriel y Antonia). El padre (Antonio) había fallecido en 1920 a causa de una cirrosis hepática dejando a la madre en la flor de su juventud con la pesada carga de cuidar a toda esa prole. Mi padre que era el segundo de los hermanos, en orden cronológico, tuvo que marcharse a trabajar al campo con ocho años acompañando al hermano mayor que tenía diez. Algunos de los hermanos de la madre tenían tierras en propiedad o arrendadas y allá que se fueron Pepe y Martín a trabajar con los tíos para ayudar a alimentar a tan extensa prole. Los abuelos tenían también un pequeño molino hidráulico, alimentado por las modestas aguas del arroyo Salado y allí trabajó también a la vez que se daba sus primeros chapuzones en el arroyo, en un terreno tan cálido y escaso de agua.

Los Quiros
La familia Quirós. Mi abuelo Antonio, el segundo de pie por la izquierda. Sus padres, mis bisabuelos, los dos sentados del centro.

Siguiendo el ambiente de aquella época por la zona de Jaén, mi padre militó en las organizaciones de izquierda que tenían fuerza en la zona (Unión General de Trabajadores y Juventudes Socialistas). A pesar de las deficiencias intelectuales en que todos se habían criado, prácticamente carentes de escuela, tanto Antonio (el hermano varón que le seguía en orden cronológico) como Martín tenían un fuerte gusto por los temas sanitarios. El comienzo de la guerra pilló a Antonio en pleno servicio militar lo que llevó a terminar el año 36 en la sanidad de una de las unidades acantonadas en la sierra de Madrid.

Antonio Quirós Calero
Mi tio Antonio Quirós Calero, sanitario de la 3ª División

Realmente mi padre no era una persona de fuerte compromiso social, aunque creía firmemente en los valores del socialismo. Desde la instauración de la República había participado en las actividades sindicales y políticas de las organizaciones a las que pertenecía. Siempre recordó con nostalgia esa época previa a la guerra en la que, desde la Casa del Pueblo, se mejoraba la formación de todos aquellos que no habían podido tener una escolarización amplia. La verdad es que, dentro de la falta de cultura general, que podía caracterizar a un hombre que sólo fue un par de años a la escuela y que trabajó de jornalero en el campo la mayor parte de su vida, mi padre resultó ser una persona con un más que decente nivel de instrucción cultural. Enseñó a leer y escribir a multitud de niños y mayores, incluyéndome a mí, antes de que fuera al colegio. Tenía razonables conocimientos de historia, geografía y ciencias básicas, dominaba las matemáticas elementales, le apasionaba la política y conocía razonablemente bien los fundamentos del socialismo y de otras teorías políticas y, por último, le interesaban sobremanera los temas sanitarios, todo ello logrado a través del autoestudio y de la enseñanza con la que las organizaciones populares socialistas complementaron su básica formación escolar.

Como es sabido, el gobierno republicano ni declaró inicialmente el estado de guerra, ni llamó de forma universal a todas las quintas que podían desarrollar tareas militares. Por tanto, mi padre, durante los primeros meses de guerra y dada la inactividad del frente en su pueblo, continuo su vida de trabajo normal. Sin embargo, a finales de 1936 las tropas de Queipo de Llano se acercan peligrosamente a la zona, produciéndose la llamada campaña de la aceituna, en la que se toman los pueblos vecinos de Lopera (27 de diciembre) y Porcuna. En este frente, ya muy cercano a Arjona, se está produciendo una desbandada absoluta de las milicias que lo defienden, ante el empuje de las tropas franquistas. Para detener la ofensiva llegan a la zona, primero la XIV Brigada Internacional de Walter que es prácticamente destrozada en Lopera y las españolas 3 de José María Galán y 16 de Pedro Martínez Cartón. En Lopera cayeron los literatos ingleses Ralph Fox y John Cornford, miembros de la XIV brigada. La 16 brigada llega a la zona el día 30 de diciembre y se sitúa entre Torredonjimeno y Arjona para defender el acceso a Jaén. A pesar de todo, Porcuna cae el 1 de enero de 1937. Para estabilizar el frente acuden a la zona también las brigadas 20 (que se sitúa frente a la Porcuna ocupada) y 25 (desplegada en el sector Martos-Torredonjimeno). Durante el mes de enero la 16 brigada participa en algunos intentos fallidos de tomar Porcuna.

Las cosas se han puesto difíciles. A la zona ha llegado ya la guerra con todo su fragor y mi padre decide marcharse voluntario al frente. Sabe también que su quinta será llamada a filas pronto por lo que ya no alberga ninguna duda, si no se marcha ahora, en poco tiempo le estarán alistando. Así las cosas, decide incorporarse a la brigada 16, comandada por el diputado comunista Pedro Martínez Cartón. Esta brigada era la que se encontraba desplegada en el área de Arjona. Habla con los soldados que se ubican en el pueblo y ellos le comentan que se dirija al Estado Mayor de la Brigada que se encuentra en Arjonilla. Así lo hace y la mañana del 2 de febrero se presenta voluntario.

Quizá él esperara que la unidad a la que se incorporaba permanecería realizando sus operaciones en la zona donde se encontraba y así fue por algún tiempo. El asunto es que tras estabilizarse el frente Arjona-Porcuna, la 16 Brigada se dirige a las cercanías del Santuario de Santa María de la Cabeza, donde un grupo de guardias civiles se hizo fuerte en su día y llevan allí aguantando desde hace varios meses. Queipo ha intentado varias operaciones para liberarlos, pero el asunto no le ha funcionado. Lo más probable es que al locuaz general le hubiese encantado emular el éxito de Franco con la liberación del Alcázar, sin embargo no lo consiguió. La Brigada de Martínez Cartón en unión del resto de las fuerzas que tenían sitiado el santuario, dirigidas todas ellas por Antonio Cordón, lo liberaron el 1 de mayo. Mi padre siempre contaba algo que luego he tenido la oportunidad de contrastar y es el hecho de que personal de la Cruz Roja Internacional estuvo intentando convencer al capitán Cortes de que se rindiera, pero no lo hizo y al final la toma fue inevitable. Lo que nunca mencionó es que conociera allí a Miguel Hernández, pero lo cierto es que el poeta estuvo en la zona durante varios días durante el asedio por lo que es bastante probable que coincidieran o al menos oyera hablar de él. Cuando yo supe este dato ya era demasiado tarde para preguntárselo.

Una vez tomado el santuario, mi padre iba a tener que olvidarse de su objetivo de permanecer en una zona de operaciones cercana a su pueblo, ya que la 16 Brigada se traslada a la zona de Extremadura. Por allí pasan por una serie de pueblos de la zona no ocupados: Don Benito, Castuera, Magacela, La Haba, etc. Su objetivo es ayudar en la estabilización del frente en la zona. Sin embargo, pronto cambian las cosas. El Estado Mayor Central está planificando una importante operación en el sudoeste de Madrid con el objetivo de forzar al mando franquista a retirar recursos de la zona Norte que se encuentra ya ampliamente amenazada. El objetivo es Brunete y para ello se concentran allí numerosas tropas, entre ellas la 16 brigada de Martínez Cartón en la que estaba mi padre. Así las cosas, a principios de julio llegan a Madrid y toma posiciones en la zona del frente en la que va a operar.

La cercanía a la sierra de Guadarrama incita a mi padre a visitar a su hermano Antonio que se encuentra en Los Negrales, un lugar situado entre Collado Villalba y Guadarrama. En dicho frente. Antonio ejerce de sanitario en una de las unidades allí acantonadas y, dada la tranquilidad en que se encuentra la zona, ha decidido llevarse allí a su madre. Carmen, mi abuela, junto con sus hijos pequeños se encuentra en Miraflores de la Sierra, un tranquilo pueblo del norte de Madrid donde no se ejerce actividad combativa alguna. Ha llegado allí huyendo de la mucho más caliente línea del frente Arjona-Porcuna donde los bombardeos artilleros entre un pueblo y otro se suceden con frecuencia obligando a la gente a abandonar las poblaciones y cobijarse en el campo debajo de los olivos. Así, pues, una cálida noche de verano, mientras las tropas republicanas esperan la orden de ofensiva contra Brunete, mi padre aprovecha un permiso y atraviesa la sierra para ver a su hermano. En esta entrevista, este le convence de que pida el traslado de unidad para quedarse en la zona de la sierra. La posibilidad de ingresar en Sanidad le llama la atención, así como la cercanía de los familiares. Martín piensa, sin embargo, que el traslado no será posible cuando se está preparando una ofensiva como la prevista en Brunete. Pero a la vuelta a su unidad hace la solicitud y a los pocos días (a la mitad de la ofensiva de Brunete), inesperadamente, se lo conceden.

Antonio Quirós Calero
Mi tío Antonio en Los Negrales, con la sanidad de la 3ª división republicana.

Así comienza para mi padre un periodo de mucha tranquilidad y vida casi familiar a pesar de estar en el ejército. Desde julio de 1937 a marzo de 1938 permanecerá en la sierra de Madrid, integrado en la sanidad militar de la 31 Brigada. Durante este periodo dicha unidad ha pasado a formar parte de la 3ª División, cuyo líder es el mayor de milicias Manuel Tagüeña Lacorte, un joven universitario que antes de la contienda formó parte de las milicias socialistas y de la JSU y que desde el otoño de 1936 milita en el Partido Comunista.

Manuel Tagüeña Lacorte
El teniente coronel Manuel Tagüeña Lacorte
Listado Sanidad con MQC
Listado de personal sanitario de la 31 Brigada incluyendo a mi padre Martín Quirós Calero como camillero. La fotografía se la debo a José Luis Prada.

Pero la guerra siguió avanzando, de forma que el 9 de marzo de 1938, tras la reconquista de Teruel por las tropas de Franco, se inicia una fuerte ofensiva sobre el frente de Aragón. En dicha ofensiva participa lo más granado de las tropas nacionales que se han liberado tras la caída del frente norte republicano, así como divisiones motorizadas italianas. El día 16 de marzo por la mañana, la 3ª división recibe la orden de movilizarse hasta el frente de Aragón para tapar allí los huecos de las unidades republicanas que están deshaciéndose por el fuerte empuje de la ofensiva franquista. Como dato curioso ese mismo día Barcelona está siendo sometida, por parte de la aviación italiana, a uno de los peores bombardeos ejecutados durante toda la guerra. En la pugna con el Ejército de Centro, a la 3ª división no se le permite llevarse todos sus efectivos, pero parte con las brigadas 31 y 33. Mi padre formaba parte del destacamento de sanidad de la 31 Brigada. Sus días de tranquilidad en el frente habían llegado a su fin. Durante el día 16 se consiguen los camiones para el transporte, unos de mejor calidad (americanos) y otros más antiguos (rusos). Así salen para el frente a toda velocidad, llevando la impedimenta necesaria. Hacen su primera parada en Motilla del Palancar y desde allí, a través de Valencia y Castellón llegan a la zona de operaciones del sur de Alcañiz que ya ha sido tomada por los nacionales. Tagüeña recibe instrucciones de desplegar sus brigadas de forma rápida y así lo hace. Nadie confía en sus soldados bisoños, pero el fuerte entrenamiento recibido en la sierra de Madrid ha dado sus frutos y en Torrevelilla y La Codoñera, los hombres de la 3ª división detienen a los italianos de la Littorio que tiene que frenar su vertiginoso avance. La detención de las tropas italianas resulta crítica para que las unidades republicanas puedan reorganizarse y controlar mejor su retirada frente al aplastante enemigo. Durante varios días operan en la zona de Monroyo – Morella pero las vanguardias italianas son sustituidas por soldados españoles y el frente resulta nuevamente roto. La 3ª división se mueve en dirección a Roquetas – Tortosa con la finalidad de seguir tratando de evitar que los nacionales corten en dos la zona republicana. Para ello tienen que atravesar a pie los puertos de Beceite. Una vez allí se posicionan en Xerta, donde en el desfiladero de las Armas del Rey vuelven a detener a las vanguardias italianas. La ofensiva nacional tiene que replantearse la zona de corte y ésta se deriva más al sur, a Vinaroz, localidad donde las tropas de la 4ª División Navarra, comandada por Alonso Vega, llegan el día de Viernes Santo de 1938.

Por su actuación ante las tropas enemigas, Manuel Tagüeña recibe la medalla de la Libertad que recoge en nombre de todos los combatiente de sus unidades. Debido a la acción de las tropas republicanas, se ha conseguido salvar una buena parte del ejército al norte del Ebro, en la zona catalana. Las unidades allí desplegadas se convertirán primero en la Agrupación Autónoma del Ebro y más tarde en el Ejército del Ebro. Tagüeña es ascendido a teniente coronel y se pone en sus manos el mando del XV Cuerpo de Ejército, mi padre es ascendido a cabo y con ello pasa a responsabilizarse de los servicios sanitarios de una compañía, lo que supone que lidera un equipo de seis camilleros y un sanitario.

Mi padre en el Ebro 1938
Mi padre, Martín Quirós Calero, con la insignia de cabo del EPR en los días del Ebro

Desde finales de abril el frente ha quedado estabilizado. La República divide en dos sus grupos de ejércitos, creando el GERC (Grupo de Ejércitos de la Región Central) y el GERO (Grupo de Ejércitos de la Región Oriental). El Ejército del Ebro y el Ejército del Este son los que forman el GERO y, por tanto, a él está adscrita, a través del XV Cuerpo de Ejército, la 3ª división, donde sigue destinado mi padre. El frente queda fijado dejando el río Ebro como separación natural. Al norte del río, en la zona catalana, han quedado las unidades republicanas y al sur las franquistas que también se encuentran al oeste, tras la barrera del Segre. Franco consulta con sus mandos hacia donde debe dirigir su ofensiva. Barcelona es en ese momento una gran capital a tiro y las tropas que han quedado en la zona son de menos entidad frente a las representadas por el GERC. Sin embargo, Franco desoye las recomendaciones de sus generales y, en cambio, presta oídos a sus aliados que le aconsejan no asustar a los franceses poniendo muchas tropas cercanas a su frontera. Por ello opta por continuar la ofensiva hacia Valencia. Eso deja algo de tiempo para la reorganización de los hombres del Ejército del Ebro.

La composición inicial del XV Cuerpo de Ejército se realiza en base a las divisiones 3ª, 35ª y 42ª. La 3ª y parte de la 42ª son acantonadas en la zona de Llardecans – Maials – Granadella. También lo hace allí parte de la 42ª, quedando en línea frente al río el resto de la misma. La 35ª se ubica en Falset. El puesto de mando del XV Cuerpo se ubica en la cartuja de Scala Dei al pie del Montsant, en un punto central entre las dos zonas de acantonamiento. Allí se reorganizan las fuerzas mientras se continua con la política de formación continua, típica de las unidades de Tagüeña. Esto durará casi tres meses, hasta el comienzo de la ofensiva del Ebro el 25 de julio. Ese periodo sólo se ha visto turbado por la fallida ofensiva de Balaguer donde el fallo de las unidades de vanguardia hace que las tropas del XV Cuerpo apenas si tengan que intervenir.

La vida de mi padre durante esos días debía transitar entre las zonas de acantonamiento y las ubicaciones sanitarias de la zona: la cueva hospital de Santa Lucía situada a las afueras de La Bisbal de Falset y el puesto sanitario del túnel de ferrocarril de Falset. De todas formas en esa época sin operaciones militares no deberían tener demasiados heridos como para andar transportándolos de un lugar a otro. En esa época, el diario de mi padre registra un viaje a Barcelona sin que anote la causa del mismo. Quizá habremos de suponer que se trasladó allí para llevar heridos a los hospitales de retaguardia.

Pero la madrugada del 25 de julio de 1938 esta situación queda rota. La ofensiva de Franco sobre Valencia está triunfando, Castellón ha sido tomada y las divisiones nacionales se concentran ya ante Sagunto, a sesenta kilómetros de la capital. El Estado Mayor republicano ha diseñado una operación que permita descongestionar el frente de Valencia forzando a que Franco deba mover efectivos hacia otra zona de conflicto. Esa operación consiste en cruzar el Ebro y penetrar profundamente en el dispositivo enemigo intentando profundizar en varios sentidos diferentes: Maella, Calaceite, Monroyo y Vinaroz.

Esa madrugada la 31 brigada cruza el río por Ribarroja. En este aspecto siempre me queda una duda no resuelta. El asunto es que mi padre siempre contaba una anécdota de esa noche y es que al cruzar el río se encontraron con un pueblo en fiestas (y por la fecha ese parece que debía ser Flix). Los franquistas bailaban con las chicas del pueblo, los republicanos los apresaron y los sustituyeron en el baile ¿Quería eso decir que a pesar de que la 31 brigada cruzó por Ribarroja mi padre pasó el río por Flix donde, en teoría, cruzó la 33 brigada? No lo sé y ya no podré saberlo nunca. Quizá algunos recursos sanitarios de la 3ª división funcionaran de forma unificada y por ello la Sanidad de la 31 brigada pasó junto con la Sanidad de la 33. Quién puede saberlo.

Lo cierto es que esos meses siguientes debieron ser los más duros de la guerra para mi padre. En aquel secarral de la Terra Alta se vieron las escenas más cruentas del enfrentamiento civil. Y su brigada pasó por algunos de los hechos más heroicos (Punta Targa, Vértice Gaeta…). El centro de operaciones de la sanidad de la 31 brigada estaba situado en La Fatarella y desde allí se supone que había un continuo flujo de transporte de heridos a la cueva hospital de Santa Lucía en La Bisbal de Falset, al otro lado del Ebro. En este lugar, personal médico y de enfermería en gran medida de origen británico, como el doctor Reginald Saxton, estaban aplicando métodos innovadores, como las transfusiones no directas de sangre. Entiendo que con su afición a los temas sanitarios mi padre observaría con gran interés todo lo que aquel entregado personal médico estaba realizando allí.

Cueva Hospital de Santa Lucía
La Cueva Hospital de Santa Lucía en Las Bisbal de Falset

Lo cierto es que tras la primera sorpresa dada por los republicanos Franco se vuelca en detener la ofensiva. En seguida mueve a la zona tropas desde distintos puntos y, aunque los republicanos logran importantes éxitos los primeros días, ya a primeros de agosto tienen que pasar a la defensiva. Así se van produciendo las distintas contraofensivas franquistas. Pero los republicanos están muy pegados al terreno y hay un gran desgaste por ambas partes sin que en aquella malhadada guerra de posiciones se lograran avances relevantes por ninguna de las fuerzas enfrentada. En la dureza de aquellos días mi padre es ascendido a sargento, aunque solo recibe el nombramiento de forma verbal. El desarbolado ejército republicano ya carecía de los medios suficientes para organizar su correcta burocracia, pero hacía falta que hombres resolutivos fueran tomando el relevo de los que iban cayendo. En noviembre los nacionales logran tomar las sierras de Pandols y Cavalls. El V Cuerpo de Ejército de Líster es derrotado y se ven obligados a batirse en retirada pasando al otro lado del río por el puente de García. Eso deja todo el peso en los últimos días de operaciones a los hombres de Tagüeña. Pero ya lo único que puede hacer es retirarse de la forma más ordenada posible, perdiendo el mínimo de efectivos, y así lo hacen. A las 4:15 de la madrugada del 16 de noviembre los últimos hombres del XV Cuerpo de Ejército cruzan el puente de hierro de Flix y Tagüeña ordena volarlo. Han sido los cuatro meses más duros de toda la guerra.

Desde esa fecha hasta que se produce el comienzo de la ofensiva sobre Cataluña por parte de los franquistas, mi padre con su brigada vuelve a estar acantonado en la zona Granadella, Llardecans y Maials. Sigue accediendo a la cueva Hospital de Santa Lucía. En general, en su diario de esos días sigue mencionando poblaciones por las que ya ha pasado, como Falset, y otras como García, Soleras, Torms.

En la cueva hospital de Santa Lucía el ayuntamiento de La Bisbal tiene una especie de exposición homenaje a quienes allí desempeñaron su trabajo en aquellas fechas. Entre las fotos de los que allí trataron heridos está la de mi padre, con el lamentable error, que no he conseguido que se cambie a pesar de haberlo pedido al Ayuntamientode La Bisbal, de que consta como conductor de ambulancia, cuando él era en aquel momento sargento de Sanidad y el pobre ni sabía conducir ni la vida le dio después oportunidad de aprender. La foto que muestro a continuación se debe a la gentileza de Ángel Gómez.

MQC en La Cueva Hospital
La foto de mi padre en la exposición dentro de la Cueva Hospital de Santa Lucía

El 23 de diciembre de 1938 Franco ordena el comienzo de la ofensiva para tomar Cataluña y el desgastado Ejército del Ebro es prácticamente arrollado en la maniobra. Las tropas de Tagüeña van retrocediendo ante el impulso de la ofensiva franquista. Ya el primer día de combate se toman prisioneros en el cruce de carreteras de Sarroca a Llardecans y Torrebeses. Mi padre debía estar bastante cerca de allí.

En los siguientes días los nacionales van tomando todas las poblaciones de la zona. Los hombres de Tagüeña se repliegan. El 7 de enero el Cuerpo de Ejército de Navarra sorprende a la 3ª división y cae Ulldemolins. Allí mi padre es hecho prisionero por los navarros. Realmente, él y varios otros de sus compañeros cuando ya vieron lo inevitable se refugiaron en una alcantarilla para evitar el paso de los regulares (que no solían hacer prisioneros). Mi tío Pepe que no tuvo la fortuna de poder encontrar refugio fue atravesado en la cara por la bayoneta de un soldado marroquí (aunque afortunadamente pudo salvar la vida). Cuando pasaron las avanzadillas de regulares mi padre y sus compañeros salieron de la alcantarilla y se entregaron a los navarros.

Desde allí comienza su calvarío en los campos de concentración y en los batallones de trabajadores franquistas. Los primeros días lo tienen como prisionero en la misma zona de Llardecans y Maials, pero enseguida lo llevan a Bilbao a la universidad de Deusto, donde llega el día 13 de enero. Allí siempre nos contaba el hacinamiento y el mal trato a que eran sometidos los prisioneros. Por ejemplo, para poder recoger las denominadas “lentejas de Franco” que eran su único alimento diario, tenían que bajar una escalinata flanqueada por guardias civiles a ambos lados que les golpeaban con sus fustas mientras pasaban.

El 17 de febrero le asignan al batallón de trabajadores 166 ubicado en el cuartel de Basurto. Desde allí sale el 1 de marzo y recorre distintas provincias: Soria, Guadalajara, Madrid, Teruel. Es en la Puebla de Valverde de Teruel donde es liberado el 7 de julio. Afortunadamente estaba entre ese grupo de combatientes que, más allá de sus ideales políticos, no entraban dentro de lo que los franquistas consideraban altamente penalizables. Se supone que, como era práctica habitual, se contactaría con el párroco del pueblo para pedir informes. Mi padre nunca había participado en ninguna actividad represiva en la retaguardia, era un jornalero más de su pueblo que se vio arrastrado como tantos otros en aquella hecatombe.

MQC en el Batallón de trabajadores 166
El registro de mi padre en el Batallón de Trabajadores 166

El día 9 de julio, a los 29 meses y siete días, como él bien cuenta en sus memorias, llegó de nuevo a Arjona, su pueblo. Me lo imagino en los huesos, demacrado y tremendamente cansado, pero contento de poder regresar a su casa. Las últimas palabras de su diario son un fiel reflejo de esta situación.

“…llegando a Arjona el día 9, o sea a los 29 meses y siete días de haber salido de mi casa vuelvo a entrar en ella, gracias a Dios, sin haber tenido ninguna herida de importancia.”

 

 

 

 

6 comentarios en «La guerra de mi padre»

  1. Antonio, doy fe de un comentario que haces en tu escrito, mi abuelo materno me contó que cuando empezaron los bombardeos sobre Arjona se fueron toda la familia a vivir a un olivar conocido como los Espinales, con sábanas y mantas hacían tiendas de campaña en los olivos y allí vivieron hasta el fin de los bombardeos, me contó que incluso se hacían su propio pan

    1. Foto del avatar

      Efectivamente, Antonio, mi madre contaba la misma historia acerca de cómo tenían que ir a refugiarse entre los olivos para alejarse de los bombardeos. El tema es que en Porcuna estaba ubicada artillería franquista y desde allí bombardeaban el pueblo. No tengo datos de cuanto duró aquello, ni de cuando entraron las tropas de Franco en el pueblo, siempre me ha resultado curioso lo poco que se habla entre la gente de Arjona de estas cosas. Aunque si eso ha contribuido a que haya más paz social de la que vemos que cada día se produce en el país, bienvenido sea.

  2. Es verdaderamente un gran trabajo sobre la guerra civil del que se extraen datos de lo ocurrido para intentar, al menos, que no se repitan. Felicidades Antonio

    1. Foto del avatar

      Muchas gracias, Rafael. Esta es la cuestión. Desde hace muchos años vengo defendiendo que hay que dejar el estudio de nuestra guerra civil en manos de los historiadores y sacarla del sectarismo con que la seguimos viviendo. Es pasado, hay que aprender de él, pero no revivirlo como a veces parece que nos empeñamos en hacer.

  3. QUISIERA LLAMAR TU ATENCION SOBRE UNA FOTOGRAFIA EN LA QUE APARECE UN GUARDIA DE ASALTO SALUDANDO CON EL PUÑO EN ALTO. A MI MODO DE VER SE PARECE BASTANTE A TU PADRE. PERO NO MENCIONAS QUE MARTTIN TUVIERA NADA QUE VER CON LA GUARDIA DE ASALTO. ME GUSTARIA QUE LE EHCARAS UN VISTAZO PARA VALORAR SU CONTENIDO ¿COMO PUEDO HACERTELA LLEGAR PARA QUE ME DES TU OPINION?

Deja un comentario