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No perdamos la oportunidad digital

En España nos hemos caracterizado históricamente por perder trenes que nos han hecho alejarnos competitivamente de los países de nuestro entorno. Perdimos en su día el tren del desarrollo científico debido a aquella normativa de Felipe II que impedía a los españoles estudiar en universidades extranjeras. Perdimos luego el tren de la revolución industrial a consecuencia de haber acumulado un atraso atávico en cuanto a la configuración de nuestro tejido productivo y de inversión de capital. Ahora hay mucho de nuevo en juego y no podemos permitirnos perder el tren que en este momento está pasando por nuestras estaciones, el de la oportunidad digital.

Oportunidad digital

 

Cuando analizamos los datos de nuestro país, algunos invitan al optimismo, pero otros no tanto. En primer lugar hemos de recordar que el tejido empresarial español está compuesto por un 99,9% de Pymes, es decir de aquellas empresas que tienen menos de 250 trabajadores y facturan menos de 50 millones de €. Y que incluso dentro de estas, un 42,2% son micropymes, es decir, aquellas que tienen menos de 10 trabajadores.


«…en el asunto de aprovechar la oportunidad digital, las micropymes tienen bastantes más dificultades que las medianas y grandes empresas.»


 

Lamentablemente, en el asunto de aprovechar la oportunidad digital, las micropymes tienen bastantes más dificultades que las medianas y grandes empresas. Con el foco puesto en la supervivencia y en el proceso de garantizar el día a día, la mayor parte de ellas ni se plantean qué cambios deben acometer para que el nuevo mundo que está transformándose digitalmente no las arroye, Es cierto que algunos mensajes de los que oímos suelen pecar de un cierto triunfalismo a la hora de analizar nuestra posición como sociedad en el mundo digital. Por ejemplo, podemos ver este vídeo de la compañía Accenture que nos presenta una situación ciertamente idílica.

 

Y es cierto que en lo que respecta a la gran empresa, a las administraciones públicas  y a los ciudadanos, nuestro posicionamiento como país en el ámbito de la penetración digital es excelente. Somos una sociedad acostumbrada ya a todo el universo de nuevas situaciones que este nuevo mundo trae consigo. Sin embargo, nuestra asignatura pendiente está en el mundo de las pequeñas empresas. Y no podemos dejar de sentir un cierto escalofrío cuando somos conscientes de que ellas representan el 99,9% del total de las compañías españolas.

Pero lo malo viene ahora. Veamos algún dato más. Un 48% de las compañías en nuestro país tienen página web, pero un 86% no tiene estrategia de actualización para la misma. Solo un 6% de las compañías tienen una web responsive, es decir, adaptada en su uso a dispositivos móviles. Solo un 14% tiene tienda online y de ellas solo un 11% permite pagos online. Desolador, máxime cuando en este caso los números se balancean peligrosamente hacia las pymes, ya que aunque los datos son globales, en las grandes compañías, el proceso de adecuación digital es muy alto, comparable en su mayor parte al de nuestras homólogas en otros países occidentales. Son pues las pymes las que presentan un tremendo déficit a este respecto.

Con esto detectamos claramente dónde está la deficiencia y, por tanto, la oportunidad. Nuestras pymes no están suficientemente insertas en el mundo de la transformación digital. Digamos que algunas han puesto en internet una página web a modo de catálogo de sus productos o reportaje de lo que hacen. Esta página casi no se mantiene por lo que es peor casi que si no existiera. Muy pocas venden productos por la web y las que intentan hacerlo apenas si tienen un sistema profesional de cobro online. Y fijaos que estoy hablando de lo elemental, de la simple exposición en internet, no hablo ya de servicios digitales avanzados.


«La pyme española no puede quedarse estancada. Tenemos la responsabilidad de moral de crear puestos de trabajo, nuestra sociedad lo demanda.»


 

En general suele apelarse a los problemas de coste. Sin embargo, hoy se puede acceder en la nube no ya al almacenamiento de datos sino al uso de aplicaciones y servicios avanzados . Esto permite a la pequeña empresa, por el escaso coste de un alquiler, disponer de software con el mismo nivel de funcionalidades que el empleado por las grandes compañías. Por ejemplo el hosting de una tienda virtual en una plataforma profesional con todos los servicios garantizados en cuanto a seguridad, backup, etc. puede salir por poco más de 100 € al año. Cuántos de nuestros productos artesanos, alimenticios, de industria local, etc. no podrían tener un empujón escalar más que interesante si los empresarios que los producen se decidieran a integrarse en el mundo digital y vender por la web a todo el mundo, por ejemplo, embutidos artesanos sin lácteos de la provincia de León, aceite de tremenda calidad de la sierra de Málaga, navajas de Albacete, rutas turísticas por la sierra de Albarracín, elementos de forja del norte de Madrid, lámparas de Barcelona y tantas otras cosas.

La pyme española no puede quedarse estancada. Tenemos la responsabilidad moral de crear puestos de trabajo, nuestra sociedad lo demanda. Hemos de mantener un entorno de competencia adecuado con el resto de los países de nuestro entorno. Si no lo hacemos nuestra sociedad se anquilosará y habremos dejado a las futuras generaciones sin su merecido futuro.

 

 

 

 

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