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Pasando página

Como ya he dicho en anteriores colaboraciones en este blog, sentía el deber moral de tomar partido en contra del secesionismo catalán como tantas veces en mi vida lo he hecho por otras causas. Por eso escribí varias entradas antes de las elecciones del 27-S. Supongo que mis razones no habrán convencido a nadie, pero, como digo, me sentía en el deber moral de exponerlas.

Pasadas ya las elecciones y con ese tan malévolo resultado, quiero terminar aquí con mis aportaciones al tema. Entre otras muchas razones, porque hay más cosas acerca de las que hablar y, además, por el pánico real que me da el resultado obtenido que no augura nada bueno para un pueblo partido en dos, como en este momento lo es el catalán.

Y quiero terminar, aun a sabiendas de que si antes de las elecciones lo que decía servía para poco, ahora servirá para menos. Sin embargo, al menos, espero que deje claro lo que pienso respecto a todo este desvarío, ya que por las noticias que de un lado y otro me llegan parece que o no he sabido expresarme bien o hay gente que no ha entendido aquello a lo que quería referirme.

Y voy a hacerlo de un modo sencillo, a modo de lista de lo que pienso y sin argumentar demasiado sobre cada punto. Espero que así, sea al menos sencillo entenderme. Vamos a ello:

1) Creo que el nacionalismo, como cualquier tipo de gregarismo, es uno de los peores cánceres de la humanidad. Une a unos para apartarlos de los otros. Fija el conjunto de los “buenos”, «de los míos» para diferenciarlo del conjunto de los “malos”, «de los otros». Por ello odio el nacionalismo catalán, el español, o el austro-húngaro. Odio el gregarismo de los ricos frentes a los pobres, el de los carniceros frente a los fruteros, el de los del Real Madrid frente a los del Barça o el de cualquier otro que, más allá de unir a unos pocos en una tarea común, busque separarse y diferenciarse de los demás en lugar de ampliar el espectro de unión para lograr mayores objetivos.

2) Odio la falsificación del pasado histórico para engañar a los pueblos. Todos los sistemas no democráticos lo han hecho, Franco reinventó nuestro pasado histórico en una enseñanza de mierda, Stalin removió los intersticios del nacionalismo ruso para lograr lo que solo con la pura puesta en marcha del socialismo no habría logrado, el fomento de una alma imperial rusa que pudiera luchar contra los alemanes, forzar la población hasta la extenuación para fabricar tanques y justificar el imperialismo ruso frente a sus repúblicas satélites. Hitler se inventó el concepto de raza aria aria para justificar que los alemanes pudieran expansionarse por el mundo  buscando su espacio vital o pudieran exterminar a aquellos que tenían el color del pelo tenuemente diferente del suyo.

3) No me gusta que los que más tienen quieran conservar su estatus no compartiéndolo con los que menos tienen. Vivimos en un Estado que pretende ser social donde nuestra fiscalidad es progresiva. Los ricos pagan más que los pobres. Por eso no entiendo que una parte del país quiera segregarse para no tener que compartir su riqueza con aquellas otras que menos tienen. 

4) No me gusta que desde el resto del país se hable mal de Cataluña. No me gusta el nacionalismo catalán, pero los catalanes son gente excepcional que nos ha dado a todos una buena parte de lo mejor de nuestra historia.

5) El catalán es un idioma admirable que ha dado a la literatura española enormes aportaciones. El bilingüismo de Cataluña es un bien que nos aporta algo de gran relevancia a la totalidad de la cultura española.

6) Barcelona es la ciudad española más universal y para mí una de las más queridas del país. He pasado allí mucho tiempo por temas de trabajo y me encantaría poder seguir pasando mucho más (a ser posible sin pasaporte).

7) Sí, soy del Real Madrid, pero si el Barça juega, por ejemplo, contra el Chelsea, prefiero que gané el Barça, que es un equipo de mi país. Creo que debo ser el único en esta puñetera piel de toro que piensa así.

8) Creo que los catalanes tienen “cierto” derecho a decidir sobre su futuro. Pero veo imposible que eso se concrete. Para que pudiera hacerse tendrían que darse muchas circunstancias que no se van a dar:

  • Si el PSOE gana las siguientes elecciones nacionales intentará avanzar en el modelo federal, pero los nacionalistas catalanes nada quieren menos que esto. Por otro lado, poco se puede ofrecer más dentro de un modelo federal respecto a lo que ya se tiene en cuanto a competencias autonómicas.

  • Si gana la derecha seguirá sin querer entrar en ningún tipo de conversación apelando al cumplimiento de la ley. Esta posición de conflicto interesa a ambas partes. Nada quiere menos en este momento el nacionalismo catalán que entrar en un proceso negociador que supusiera la continuidad, bajo otro modelo, de su inserción en España.

 

  • En cualquiera de los casos para lograr el famoso referéndum deberíamos ser ingleses y no españoles, es decir, gente que es capaz de sentarse en una mesa, decidir cómo van a repartir la deuda, el arca de las pensiones, quién se va a quedar con los funcionarios del Estado, cómo se van a pagar los recursos compartidos, etc. Una vez decidido esto, adelante al referéndum, pero antes no. De qué sirve un  referéndum si Mas ya ha anunciado que no pagaría su parte de la deuda. Pues si Mas no va a pagar su parte de la deuda, el resto de los españoles estamos en nuestro derecho de negarnos a no transferirles el arca de las pensiones. ¿Y entonces? Los que ven en el derecho a decidir y en el referéndum la solución a todo están equivocados. He vivido decenas de pactos de toda índole a lo largo de mi vida y he visto como acordados todos los principios, con todo super pactado, el asunto se ha ido a la mierda al final por una minúscula cláusula del contrato que ninguna de las dos partes estaba dispuesta a firmar.

9) Soy muy pesimista respecto al futuro. En este momento Cataluña es un pueblo partido en dos respecto a una idea fundamental. Sus gobernantes tienen la culpa, además de robarles sistemáticamente durante años (ojo, los de este lado del Ebro han hecho lo mismo). Les han estado engañando, falseando continuamente la realidad histórica, y adoctrinando a la población en el odio a todo lo español. Ello ha generado una repulsa extrema en los el otro lado. Y todos nos ignoramos a todos. Ahora, mala solución tiene esto.

10) Y solo nos faltaba la CUP. Cielo santo, pero ¿de dónde sale esta gente? Si con Esquerra ya he dicho en otras ocasiones que no sé lo que son, de estos ya, es que estoy más perdido que un chino en medio de la medina de Marrakech. Un partido absolutamente antisistema que llega a obtener diez diputados y que en este momento tiene la llave de la gobernabilidad de Cataluña. Y que, además, como se trata de un partido donde la ilusión nacionalista antiespañola está por encima de cualquier cosa, va a darle dicha llave al señor Mas (de una u otra forma) para lograr ese nuevo paraíso catalán totalmente separado del mundo y donde para pasar de Arén a El Pont d’Orrit haya que tirar de pasaporte y en la aduana entre ambos pueblos cobren arancel sobre la barra de pan o el paquete de tabaco que el de un lado ha ido a comprar al del otro.

He perdido el optimismo sobre el futuro de nuestro país. Volvemos a caer en nuestro puñetero marasmo de siglos. Mientras nuestros socios europeos cada vez tienen más claras las cosas, nosotros nos seguiremos matando los unos a los otros como hace siglos que llevamos haciendo.

En la próxima entrada hablaré de cine que es un asunto mucho más gratificante. Catalunya, ¡fins aviat!.

 

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