Conforme avanza la historia de la humanidad las conductas se estandarizan más. La sociedad escribe un guión para cada uno de nosotros y parece que no solo estamos condenados a seguirlo, sino que, además lo seguimos con gusto, como si no hubiera otro camino. Muchas personas son de una sola dimensión, la sociedad orienta nuestros gustos a través del discurso oficial de cada momento. Este puede potenciar que estudiemos o no una ingeniería o una licenciatura en derecho, que aprendamos a esquiar o a jugar al golf, que nos guste la música que en ese momento tiene más difusión comercial, que votemos al partido político que concuerda con nuestra clase socioeconómica, que busquemos pareja entre aquellos del mismo entorno en que nos movemos… En definitiva, un guión predecible, un camino sensato para que no seamos disonantes con el discurso oficial que la sociedad da de sí misma en cada momento.
Cuando sigues esa ruta marcada, los demás, tus compañeros de ruta te alaban, comparten contigo el mismo camino y eso hace que te encuentres cómodo, que las cosas sigan su curso natural, el orden y la conexión necesaria para que no seas una anomalía en el universo.
Sin embargo, las personas no son seres de una sola dimensión. Las herramientas de conocer con las que estamos dotados, están preparadas para una continua multicanalidad. Podemos observar las cosas desde diferentes perspectivas, salir y entrar del camino por el que andamos tantas veces como nos lo pida el cuerpo. Eso hará que tengamos más amplitud de miras, que podamos ensanchar nuestros horizontes de conocimiento. No limitarnos, no quedarnos en el camino trazado. Esa debería ser nuestra misión.
«…las personas no son seres de una sola dimensión. Las herramientas de conocer con las que estamos dotados, están preparadas para una continua multicanalidad.»
Llevando esta visión al mundo del trabajo, quién no conoce a esas personas que son incapaces de salir de su rutina laboral diaria para disfrutar oyendo música, paseando con los hijos o charlando con la pareja. Les resulta difícil mantener una conversación sobre un tema que no sea estrictamente profesional. Esto es porque han unidimensionalizado su vida, la han limitado para simplificarla. Lo malo es que conforme se recorre ese camino, la deshumanización acecha. Para poder pensar con claridad en los temas estratégicos de la empresa, tenemos que saber salir de la rutina diaria, poner la mirada en otros mundos. Solo en esa diversidad podremos encontrar las soluciones a los múltiples problemas con los que el día a día nos va acuciando. Y no quiero con esto hablar de tiempos, de dedicaciones o de prioridades. Tu prioridad puede ser el trabajo, puedes dedicarle muchas horas al día, pero se debería conservar siempre la amplitud de miras suficiente como para poner el resto de los temas en su justo lugar y dedicarles tiempo y esfuerzo, por más que la cantidad no pueda ser mucha. Existe esa falsa contraposición entre la familia y el trabajo, como si una cosa pudiera o debiera robarle espacio a la otra. Cada cosa debe ocupar su lugar y la convivencia de ambas no debería implicar un robo de entidad entre ambas,
Cercano conceptualmente a esto está el asunto de las explicaciones de la realidad a través de una causa única. Por ejemplo, la visión estrictamente liberal del funcionamiento del mercado como regulador de la actividad económica o la visión marxista de que cualquier evolución en la historia tiene por detrás una causa de índole económica. Estas doctrinas, o cualquiera otra que intente aplicar el criterio del reduccionismo metodológico, me parecen absolutamente incompletas y desconocedoras de la realidad polifacética del ser humano. El hombre, y todo lo que él ha creado, la sociedad que conforma, etc. son altamente complejos, y la complejidad no se puede explicar de forma simple.
No es que yo quiera hacer de mí ejemplo de nada. Supongo que como todo el mundo habré hecho algunas cosas bien y otras mal. Pero mi multicanalidad es bastante amplia. Si alguien se molesta en buscar mi nombre por Google me verá asociado a tantas cosas distintas que lo normal es que piense que está antes personas diferentes con el mismo nombres. Así, estudié filosofía, pero me he pasado mi vida profesional centrado en el mundo de la tecnología. Tanto que, a pesar del desfase teórico inicial, me lancé como un poseso al ámbito del desarrollo de software y llegué no solo a escribir numerosos programas sino también a publicar un amplio conjunto de libros al respecto, en adición a formar a toda una generación de programadores. Fundé tres compañías que se desenvuelven aún con éxito suficiente y de las que me he ido yendo porque el cambio es esencial para la vida. Mi afición a los derroteros del pensamiento no acabó con la inmersión en el mundo de la tecnología. Tengo varios libros y artículos publicados sobre historia del pensamiento, tanto filosófico, como social y político. El estudio de la guerra civil, sus antecedentes, sus consecuencias y alguno de sus personajes, también ha constituido un ámbito esencial de mi actividad intelectual. La política me ha interesado siempre. Para contradecir a quienes piensan que los empresarios somos todos de derechas, mi voto suele ir a opciones progresistas. Nunca voto conservador, sería una traición a mis principios, pero entiendo y respeto a quienes lo hacen. Me he sentado en una mesa de negociación del lado del comité de empresa frente a la empresa (la Administración, ya que soy también empleado público excedente) y del lado de la empresa frente al comité, cuando en mis emprendimientos empresariales he tenido que hacerlo. Y creo que en ambos casos he sido fiel a aquello que pienso y esto es que la negociación es fácil si practicamos con cierta asiduidad lo de ponernos en el punto de vista del otro. Me gusta la música, en un variado espectro que puede ir desde el Flamenco a Bach; aprendí ya hace años que la vida es muy compleja y he intentado ampliar mi horizonte para no dejarme limitar por prejuicios estúpidos. Me encanta el cine y ahí solo puedo decir que fuera de John Ford, poco hay ;), pero, no obstante, ese poco, del indi al producto de Hollywood o las múltiples series que hoy se filman, lo veo con enorme fruición. Hablo con todo el mundo, de derechas, de izquierdas, moderados, intransigentes, lo que no quiere decir que no tenga mi propio punto de vista y que no lo defienda abiertamente entre unos y otros. Leo mucho, literatura, ensayo, poesía…
«Para contradecir a quienes piensan que los empresarios somos todos de derechas, mi voto suele ir a opciones progresistas.»
Quería poner con este pequeño esbozo biográfico un ejemplo de apego a la multidimensionalidad. Ciertamente, cuando tu camino es tan difuso como el mío, hay situaciones en las que no te sientes cómodo. Estés en el ambiente que estés te sientes un poco bicho raro. Si estás en una reunión de networking empresarial miras a tu alrededor y te das cuenta de que estás fuera de tu ambiente de que no puedes hablar con tus colegas empresarios acerca de la relevancia del PCE en la guerra civil española. Igualmente, si estás en una charla sobre los nuevos caminos de la izquierda, ni se te ocurre decir que eres empresario y de que hay centenares de personas trabajando en tu compañía, ya que todos te van a considerar un traidor de clase. No obstante, defenderé a ultranza este camino de la multidimensionalidad, ya que la apertura de mente que te aporta sitúa tu capacidad como persona en una posición privilegiada frente a aquellos que se recortan su camino simplemente por la comodidad de no salirse del guión que piensan que la sociedad ha escrito para ellos.