Recientemente hemos publicado en Luarna la obra Caminos inversos. Vivencias de ciencia y guerra del doctor Rafael Méndez. La obra es un breve pero más que interesante testimonio del que fuera Director General de Carabineros, amén de ocupar otros cargos, durante el gobierno de Juan Negrín con la República en guerra. Para conocer más acerca del personaje lo mejor es leer su Caminos Inversos.
Lo que quisiera destacar aquí de Rafael Méndez es un episodio de su vida que resulta de gran interés para entender el modo de proceder de algunas fuerzas políticas, y del propio régimen franquista, durante los años cincuenta y sesenta. Se trata de su relación con Juan Fernández Figueroa y la revista Índice. Juan Fernández Figueroa (Ruanes, Cáceres, 1919 – Madrid, 25 de febrero de 1996) fue militante de Falange e hizo la guerra en el bando franquista como alférez provisional. Se formó en la Escuela Oficial de Periodismo y fue redactor de El Español y La Estafeta Literaria, así como redactor jefe del tercer programa de Radio Nacional. Llegó a dirigir también, durante unos pocos meses, el diario Pueblo, siendo también Rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En 1951 adquiere la revista Índice, estando ya ésta en funcionamiento. Fue director durante casi toda su existencia de la misma (1951-1976), una de las pocas publicaciones políticas que llevaba algo de aire fresco al pesado mundo del franquismo del momento. El régimen intentó clausurar la revista en alguna ocasión, secuestrando números como los dedicados a Baroja y Ortega; en su defensa acudieron otros disidentes, no de menor envergadura, como Dionisio Ridruejo. Algunos acusaron a Fernández Figueroa de mantener una posición ambivalente, defendiendo por un lado el pensamiento falangista y por otro el socialista. Recibía subvenciones y parabienes del régimen mientras mantenía una revista que, sin sobrepasar ciertos límites, contribuía a difundir una imagen más abierta del mismo. De su ambivalencia da cuenta el hecho de que tras dejar de publicarse Índice, ya en el periodo democrático Fernández Figueroa realizó un nuevo intento con Nuevo Índice, que fue presentado en sociedad por Serrano Suñer y Raúl Morodo. Este último lo definió como «ácrata-liberal-demócrata».
La cuestión es que en el segundo quinquenio de los años cincuenta, Rafael Méndez entra en contacto con Fernández Figueroa, comenzando así una larga relación personal e intelectual que llevó a ambos a intentar la aventura de acercar las posturas más avanzadas del régimen con el exilio socialista mexicano. De todo esto da buena cuenta la prolija correspondencia que entre ambos mantuvieron y que se guarda en el archivo personal de Fernández Figueroa depositado en la Diputación Provincial de Cáceres. Es una pena que el estricto cumplimiento de la normativa legal impida consultar aún una buena parte de dicha documentación sin la autorización personal de la familiar de Fernández Figueroa, cosa que no es fácil de lograr.
Pero, tanto por la consulta de las cartas accesibles como por lo que el propio Rafael Méndez indica en su Caminos inversos el asunto es que entre ambos intentaron esa labor de acercamiento entre ciertas personalidades del régimen y la jerarquía del PSOE en el exilio (Prieto – Llopis). En ningún caso eso se logró debido tanto a que el asunto no contaba con el beneplácito de Franco como al hecho de que Prieto siempre permaneció al margen de dichos contactos. Lo que sí sirvió es para que se produjera un acercamiento personal entre Rafael Méndez y Manuel Fraga que en aquel momento comenzaba a ascender posiciones en el gobierno del dictador y que presentaba una cierta aureola de aperturismo. Ambos personajes, completados en su triada con Fernández Figueroa, mantuvieron con los años una fuerte amistad aunque su proyecto de acercamiento entre aquellos dos mundos opuestos no llegara nunca a buen puerto.
Para lo que sí sirvió fue para granjearle a Méndez la desconfianza de sus compañeros socialistas del exilio mexicano. Ni que decir tiene que, por su pertenencia al sector negrinista, ya tenía de sobras granjeada la animadversión de los prietistas, dominantes en aquel momento en el exilio mexicano. Méndez era persona de firmes convicciones y, a pesar del origen falangista de Fernández Figueroa, cuando éste, en un determinado momento, hace Índice una sociedad anónima, Méndez se convierte en accionista de la misma. Este hecho, unido a sus relaciones en España, deterioro sus relaciones en la Agrupación Socialista de México, aunque siempre contó con la amistad y el respeto de los socialistas del interior. En cualquier caso, todo ello le llevó a abandonar la militancia en el PSOE. Afortunadamente, su larga vida, le valió para ser ampliamente homenajeado y reconocido en la España democrática. Prueba de ello es la concesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica al Mérito Civil, condecoración que le concedió el Rey Juan Carlos en 1981, o que el hospital de Lorca (Murcia) lleve su nombre.