Cada vez que veo en TV, leo en prensa o redes sociales, opiniones de cuanto acontece en Cataluña, me entran ganas de poner por escrito lo que pienso. La mayoría de veces no lo hago porque ¿a quién podrán interesar mis reflexiones y quienes serán los destinatarios.
Es un hecho que el pensamiento político y la información que lo desarrolla va por circuitos cerrados sin influir en los pensamientos e intereses del adversario, de modo que nos leemos y nos convencemos a nosotros mismos de lo que ya estamos convencidos. Tal vez lo que queremos es la gratificación que producen las opiniones semejantes. ¿Tiene algún sentido continuar en este círculo vicioso? ¿Debemos abrirnos unos y otros a opiniones y pensamientos diversos? Lo que quiero dar a entender es que, a causa de este embrollo, se pierde el interés y la curiosidad por lo que piensa el diferente y otras ideas, puede que acertadas, pierden permeabilidad. Esta situación, motivada por tener ideas inmutables y certeras produce como secuela la adhesión emocional y acrítica y, en definitiva, el surgimiento de pensamientos únicos.
Hay que compartir y poner en común reflexiones entre semejantes. Aunque pueda resultar trivial, sí creo que escribir puede ser interesante. La escritura exige un dialogo interior que ayuda a la higiene mental, a aclarar las ideas y a ser personalmente exigente con el pensamiento crítico.
Cuando un sector determinado dispone de poderosas fuentes de difusión y propaganda para imponer su pensamiento y conseguir identificarlo con el interés general, por higiene colectiva, hay que hacerse sentir y dejar razonado testimonio.
«En el desarrollo del pensamiento único el silencio colabora de manera activa«
En el desarrollo del pensamiento único el silencio colabora de manera activa, hace que expresiones como «el conflicto entre Cataluña y España» sean habitualmente aceptadas cuando, en honor a la verdad, el conflicto es entre una manera determinada de comprender Cataluña y España. O bien: “Ayuso “repudia” los indultos, “Sánchez ha humillado a los españoles””, sin comentario. No es de recibo esta homogeneidad simplificadora que pone a todos en el mismo cesto.
Estoy totalmente a favor de los indultos. Creo que en el conjunto de la sociedad catalana tendrán un efecto netamente positivo y conciliador, lo que no significa que el conflicto esté resuelto, pero sí en el buen camino.
A pesar de que al salir en libertad los indultados se hayan prodigado en declaraciones “patrióticas”, esto es algo que no me quita el sueño, saben perfectamente que en la situación actual sus consignas han perdido muchos grados de intensidad pues han dejado de ser los “mártires de la causa”, además tienen derecho a la libertad de expresión, gracias a la misma Constitución que incumplieron.
No obstante, observo con preocupación como el nacionalismo español utiliza las instituciones del Estado que controla, en beneficio de sus intereses y con el fin de sabotear el incipiente proceso de dialogo. No les importa en absoluto el desprestigio que esta instrumentalización pueda causar tanto de desafección ciudadana como en el ámbito europeo. Las razones de estado brillan por su ausencia. “Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, (Montoro dixit).
«…observo con preocupación como el nacionalismo español utiliza las instituciones del Estado que controla, en beneficio de sus intereses y con el fin de sabotear el incipiente proceso de dialogo.»
El “procés” se ha llevado por delante todo lo que ha tocado, ha envenenado el debate político en Cataluña y en el resto de España, ha maltrecho las relaciones institucionales, de colaboración pública y el sentido institucional, las amistades y los partidos políticos; no se le puede atribuir nada positivo.
Es necesario crear un clima de entendimiento y restaurar la confianza. Hay que dialogar sobre los verdaderos problemas que preocupan a la sociedad para poderlos resolver. La política debe tener como principal objetivo mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía en general y la de los más vulnerables en particular.
Soy consciente de que fuera de Cataluña la situación actual se percibe de otra manera, pero aquí hemos percibido unos cambios significativos a mejor. Además, cuando simplificamos “los catalanes/españoles esto…” asumimos el todo por la parte y puedo asegurar que la inmensa mayoría de catalanes somos personas normales y corrientes, como ocurre en el resto de España. Así es que, sin echar las campanas al vuelo, lo expuesto me hace ser moderadamente optimista.
Es apropiado el lema de Federalites d’Esquerres: “CONSTRUIMOS PUENTES, NO MUROS”
Una vez realizado el desahogo. Gracias por leerme y espero que podáis extraer algo positivo
Granollers, 02/07/2021