Llevo varios días sin anotar nada en esta bitácora y ello obedece fundamentalmente a dos razones, la primera es la escasez endémica de tiempo en la que desgraciadamente me encuentro y la segunda es la desgana que me produce la diaria visión de esta campaña electoral que, afortunadamente, acabará dentro de un par de horas.
Y ya que he sacado unos minutos para poner por escrito mis desazones, aprovecharé para indicar a quien quiera esto leer, que pocas veces he visto tanta falta de altura política en los razonamientos como en esta campaña electoral. Tras ver el debate de la semana pasada con los dos candidatos uno quedaba con la impresión de que el sumun de la propuesta económica tanto de Rajoy como de Rubalcaba, podría ceñirse a la frase “siente usted en su mesa a un pobre”. O al menos yo no podía evitar que a mí me sonara a eso la propuesta de Rajoy para que se prime a cada autónomo que contrate a un trabajador con una cifra que ahora ya ni recuerdo. Pero no era solo lo del señor Rajoy, ya que el señor Rubalcaba, lanzándole el típico “y tú más”, concluía que no era eso lo que había que hacer sino que las pymes que facturaran no sé cuánto tuvieran no sé qué deducciones a la hora de contratar a no sé cuántas personas. Esto dicho así de sopetón, sin enlazar con los más elevados aires de la política económica que cada uno quiere seguir y de la que poco nos han hablado.
El señor Rubalcaba comenzó bien su campaña, engarzaba de modo razonable las cuestiones de principios con los elementos concretos, hasta llegó a proponer lo de reducir el Estado eliminando las Diputaciones Provinciales, pero cuando él, o su partido, se dieron cuenta de que esto no les estaba dando rédito electoral pasaron simplemente a repetir machaconamente que el PP acabará con la sanidad y la educación públicas. Enardecer a las masas en lugar de dar razones y convencerlas. En cambio el señor Rajoy ha entendido desde hace tiempo que lo mejor es callar todo lo que se pueda, repetir de forma igual de machacona que la culpa de todo la tiene el PSOE y el archidemonio Zapatero, y que si Rubalcaba ha sido un corifeo de todas las malas acciones llevadas a cabo, cómo puede ahora siquiera intentar presentarse como candidato en estas elecciones.
En fin, bazofia electoral que me asquea y me quita las ganas de escribir. ¿Dónde están los grandes políticos que nos convenzan con argumentos, que nos hablen de su modelo de Estado, del programa que piensan llevar a cabo, en las cuestiones generales y en los hechos concretos?
Sin embargo, no piense el sufrido lector que haya aguantado hasta aquí que esta desgana mía me llevará a no votar el domingo. Por supuesto que votaré y lo haré por el grupo político que representa mejor mi modo de ver las cosas. Porque, qué le vamos a hacer, uno sigue creyendo que es mejor ser progresista que conservador y socialista que liberal. Y aunque los candidatos no terminen de convencerme, como siempre, votaré al PSOE, votaré al señor Rubalcaba.