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Te pagan por tomar decisiones

Tomar las decenas de decisiones diarias que se deben ejecutar en cualquier compañía es una labor que no nos debe pasar desapercibida. No hablamos de las grandes decisiones estratégicas sino más bien del conjunto de micro encrucijadas sobre las que cada día hay que decidir para que el rumbo de las operaciones sea el adecuado.

En general, las empresas tienen perfiles que son grandes tomadores de decisiones. Son aquellos con el sentido común suficiente para hacerlo, con una razonable capacidad para gestionar el riesgo y el suficiente poder como para que quienes tienen que ejecutar sus decisiones lo hagan. Reconoceremos a estas personas por las colas que a veces se forman en la puerta de sus despachos o por la saturación constante de sus canales de comunicación: correo, teléfono, skype, whatsapp, hangouts… Hay que tener en cuenta también que no siempre esta capacidad decisora está en sincronía con la posición jerárquica en el empresa.

Muchos empleados necesitan orientación en sus trabajos, requieren que alguien les diga, ante una alternativa, cuál es el camino a seguir. Los perfiles de las personas, a este respecto, presentan una cierta complejidad; por un lado tenemos a los altamente indecisos. Se trata de personas que necesitan un validador continuo para cada uno de los pasos que en su día a día laboral deben dar. En el lado opuesto tenemos a los suicidamente autónomos. Son aquellos que no consultan nada, toman por sí mismo decisiones sin medir la transcendencia y los riesgos de las mismas. La mayoría de los mortales estamos entre unos y otros.

En general, los entornos de trabajo altamente procedimentados, donde todo lo que hay que hacer está descrito en algún lugar y donde las personas se limitan  a ejecutar procesos bien definidos, son poco susceptibles de que se dé la necesidad de buenos orientadores en la decisión. Pero estos entornos son pocos en la empresa actual. Piénsese en las consultoras, las distribuidoras, las empresas de servicios en general… En todas ellas, las personas al cargo de cuentas, servicios, proyectos, procesos, etc. deben estar decidiendo continuamente los caminos a seguir. Hacerlo bien es garantía de éxito; hacerlo mal, de fracaso.

En el personal ejecutivo, la función decisora es critica en orden a conseguir el éxito en sus proyectos o departamentos. El personal a su cargo suele consultar continuamente con ellos el camino que en cada caso deben seguir. Normalmente son mentores y orientadores de las labores de toda su plantilla. Véase, por ejemplo, el caso del director comercial al que uno de sus comerciales le consulta qué debe hacer con una propuesta en la que piensa que si no baja los precios por debajo de determinado umbral el cliente no va a aceptar. Es probable que el comercial, dejándose llevar por su deseo de vender, intente ofertar precios por debajo de lo razonable. Pero el director comercial debe tener en cuenta muchos factores, como por ejemplo la importancia del cliente dentro de la compañía, la repercusión de la operación en caso de que se realice a precio por debajo del estipulado, la pérdida de margen que se producirá, etc. Y con toda esa amalgama debe ser capaz de tomar la mejor decisión para la compañía. Y debe tomarla, además, de forma que sirva de regla para el futuro de su comercial mentorizado. Si las personas que dependen de nosotros ven arbitrariedad en lo que decidimos, cambios de criterio no sustentados en realidades concretas, no aprenderán nunca sobre el camino a seguir y, por tanto, su labor será altamente dependiente de la nuestra, lo que constituirá una rémora para la operativa diaria.

En resumen, los buenos decisores, las personas con el valor, el sentido común y la capacidad general de orientar el conjunto de microdecisiones diarias en un empresa, son un activo crucial en el camino de conseguir el éxito.

 

 

 

 

2 comentarios en «Te pagan por tomar decisiones»

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