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¡A la mierda!

Estoy cansado. Bueno, realmente estoy hasta los huevos. Y con esto declaro acabada mi tradicional corrección política. Estoy ya casi en los sesenta y ser políticamente incorrecto a esta edad es algo que creo natural en la evolución humana. En este artículo soltaré algunos tacos e improperios, de forma que si a los tiernos oídos de alguno le molesta, lo mejor es que deje de leer aquí mismo. Sí señores, como comunidad no tenemos remedio. Nuestro tradicional modo de enfocar las cosas consiste en darnos de garrotazos mutuamente. La pintura de Goya lo representa a la perfección. En este momento estamos atizándonos con los símbolos, pero pasar de ahí al garrote es algo que solemos hacer con muy, muy poco esfuerzo. Los catalanes nos zurran con la estelada y con su falseada visión de la historia transmitida por un poder político nacionalista interesado a través de sus muchos años de dominio del cotarro político en la zona. El resto de España les zurramos con la rojigualda y con nuestra pertinaz capacidad para no reconocer el más mínimo éxito histórico de ese trozo de nuestra piel de toro que se llama Cataluña.

Garrotazos

 

Sí señores, todos ustedes tienen la puta razón. Los castellanos han oprimido históricamente a los pobres catalanes que por esto tienen una de las rentas per capita más alta del país. Y sí,  los catalanes son unos pobres tontos que no dominaron el Mediterraneo en su día, ni los Almogávares existieron ni la monarquía aragonesa tenía en Cataluña su más fuerte expresión hasta su castellanización en el compromiso de Caspe. Falseemos la historia, sí señores, que eso es lo que mola. Así nos curramos más y más fuerte con nuestras respectivas banderas.

Somos la panda de capullos más grande que existe en el continente europeo y quizá sobre la faz del universo. Tenemos inteligencia, capacidad y arrojo para comernos el mundo, pero tradicionalmente lo empleamos en darnos garrotazos. Así nos va. Echemos la culpa a nuestros gobernantes corruptos para tranquilizar nuestras conciencias, pero no señores, la culpa la tenemos todos nosotros que somos incapaces de construir un puñetero espacio cívico donde convivir, crecer y avanzar hacia un futuro mejor para todos. Persigamos volver a la tribu, hagamos del solar ibérico una nueva Yugoslavia donde nos violemos y matemos entre todos. Eso es lo que mola.

No reconozcamos que políticos incompetentes e interesados envenenan a la juventud con sus mentiras. ¡Hagamos un absoluto de los símbolos!. De esa mierda que no sirve para nada. Una sociedad es un espacio cívico que tiene que dar a sus miembros las mejores opciones en lo económico, en lo social, en el reconocimiento de derechos y libertades. Un espacio donde merezca la pena vivir. Debemos concentrarnos en construir eso en lugar de matarnos con los símbolos, los himnos y demás patochadas.

Los dirigentes nacionalistas catalanes están envenenando a su juventud vendiéndoles una moto del copón. Les hacen pensar que en esa idílica república catalana del futuro todo va a ser perfecto, no va a haber paro, todos serán felices, la corrupción se borrará, los líderes serán bellos y buenos. Y todo ello liderado por un partido igual de derechas que el que gobierna el estado y por una panda de antisistemas que desearían que volviéramos todos a las cavernas en una sociedad vegana que abominara de las empresas, el dinero y las compresas industriales. ¡Y  van los tíos y se lo creen! Se lo creen porque los jóvenes son bienintencionados y manipulables. Y es muy fácil hacerles llorar al ver la estelada para, a continuación convencerlos de que tomen a la bayoneta cualquier cota aunque tengan que morir como moscas en el intento. ¡Putos símbolos! Cuanta gente ha muerto por los putos símbolos, por las putas ideas…

Y desde la otra orilla del Ebro, nadie combate realmente la idea de que España no tiene sentido sin Cataluña. De que si los catalanes no estuvieran con el resto de nosotros, esto ya no sería España sino otra cosa. La gente, los líderes, se empeñan solo en remarcar lo negativo. Todo lo que no es cultura de raíz castellana (en sensu lato) se rechaza. Mola Fernando de Aragón (que era más castellano que mi mujer que es de Ávila), pero no mola Perè el Ceremonioso que como monarca de Aragón era más catalán que Tarradellas.

Así, entre todos, fomentamos una puñetera división por los símbolos que está matando a esta sociedad. Como los dos colegas del grabado de Goya, como las dos Españas de Machado, continuaremos agrediéndonos mutuamente y perdiendo impulso para ser grandes, para formar un colectivo donde merezca la pena vivir, donde nos sintamos orgullosos de todo lo que nos da forma y no solo de una sesgada parte. Nunca llegaremos a nada. Dentro de un par de semanas me marcho a USA y me entran ganas, pesar de Trump, de no volver.

¡Ah! y para terminar. Parece que el asunto republicano vuelve a estar en una parte de la raíz del problema. Una buena parte de los catalanes sienten una especie de continuidad con la II República en este intento suyo de secesión. Una mierda más. A todos estos republicanos de salón que salen ahora a la palestra tengo que decirles que para tener un presidente como Trump o Sarkozy me quedo con Felipe VI que al menos es un chaval al que me he encontrado muchas veces en el cine viendo las mismas películas que yo. Y si le gusta el cine que me gusta a mi no creo que que sea muy malo. ¡Vamos! Suma ignorancia, pensar que una República va a ser mucho mejor que esta monarquía. Cuando me encuentro con estos republicanos de salón y les pregunto que qué opinan sobre Holanda, Dinamarca, Suecia… siempre me dicen que son sociedades cojonudas donde les encantaria vivir. Y cuando les digo que son monarquías, ya no saben qué coño decir. Qué más da el régimen organizativo del Estado si las leyes se cumplen, la justicia impera, la economía funciona, la libertad se extrema… Que coño me importa tener un presidente de república o un monarca. Trabajemos por lo que hay que trabajar, una sociedad y olvidémonos de estupideces.

¡A la mierda!

 

 

 

2 comentarios en «¡A la mierda!»

  1. Jajajaja. La edad es así, non ti preocupare por los improperios y palabras malsonantes pues son muy castellanos y ante tanto afán por nacionalizar, debían exhanguinar por la válvula del mal jablar. Espero que te hayas quedado a gusto pues yo no podría expresarlo mejor ;).

  2. Hace falta aburrirse mucho, para dar la matraca con la monarquía con la que está cayendo. Entiendo que alguien sea republicano, yo mismo lo soy, pero como si hubiera elecciones votaría -si pudiera- por Felipe VI, me importa un comino la república.

    Sobre el asunto catalán, también lo mismo. Tengo muchos amigos (y socios) catalanes y sé bien lo que pasan unos con una ilusión casi suicida, otros con miedo y otros con esperanza y desesperanza.

    Los políticos como si jugaran al ajedrez y yo recordando las palabras de Hatidza, mi amiga bosnia cuando regresó a su país tras la guerra: «Me voy porque en mi país ya estamos vacunados y no volveré a ver otra guerra, Pero en España la estáis buscando, seguís el mismo camino que en Yugoslavia, la separación el etnicismo, el odio … Seguís paso a paso el camino yugoslavo solo que velocidad mucho más lenta, recociendo el odio y cargando de razones alos que cualquier día cogerán las pistolas, por eso me voy, aún a sabiendas de ya no tengo país y mis propiedades fueron robadas. Todo antes que una guerra, y vosotros la buscáis».

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