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¡Qué desazón!

A pesar de que uno mantiene ciertas creencias y principios, he de confesar que la desazón cunde por momentos a poco que observo el panorama social y político nacional. Lo reflejan aquellos versos de Quevedo donde nos decía el buen hombre aquello de que «y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte». En parte, eso es lo que me pasa. Mire al ala del espectro político que mire no encuentro nada en que poner los ojos que no sea mediocridad y falta de ideas, o sea vaticinio, crónica de una muerte anunciada.

Pensemos un poco. Un país es como una casa familiar al fin y al cabo, solo que un poco más grande. Y me inunda la desazón cada vez que veo como nuestros ilustres dirigentes (y por mor la mayor parte de la sociedad dirigida) solo se centra en pensar en cómo administrar los cuartos que tenemos. Unos pretenden, como si fueran padres exigentes, dar poco a los niños para forzarlos a que ellos desarrollen su capacidad en un entorno de necesidad. Los otros, como benévolos progenitores, pretenden distribuir mejor los bienes familiares a fin de que todos podamos acceder a las oportunidades de la forma más fácil posible. Pero ninguno está pensando en cómo generar ingresos para el común.

Como esos padres poco previsores, nuestra sociedad parece no tener en mente que debemos tener un plan de país para salir adelante. Que en un entorno tan competitivo como este en el que nos movemos, debemos pensar en cómo generar riqueza, además de en cómo distribuirla. ¿Dónde están nuestros planes económicos como país? ¿Quien está pensando en qué área industrial debemos invertir nuestros esfuerzos para hacer de España una comunidad fuerte en el consorcio de las naciones? ¿Quien planifica acerca de si debemos potenciar nuestro sector tecnológico o si, por contra, tenemos que hacer de nuestra agricultura la más eficiente del mundo? La respuesta es triste. Revísense los programas de los distintos partidos políticos y se verá como lamentablemente nadie lo está haciendo. Hablamos mucho acerca del presupuesto, de cómo gastar lo que tenemos (bueno, lo que endeudamos, mejor dicho) pero dónde está la reflexión económica acerca de qué sectores debemos fortalecer y de los métodos que debemos seguir para fortalecerlos.


«Con el adelgazamiento del estado o, al menos, con su alejamiento de todo lo que sea estructura productiva, hemos dejado en manos de fuerzas ciegas el desarrollo de nuestras sociedades»


El modelo neoliberal que lo impregna todo desde la época Tatcher-Reagan parte de que el mercado es el único regulador y que el estado suele ser un estorbo para que las cosas funcionen bien. Bueno, es un modo de ver las cosas. Yo no lo comparto. Con el adelgazamiento del estado o, al menos, con su alejamiento de todo lo que sea estructura productiva, hemos dejado en manos de fuerzas ciegas el desarrollo de nuestras sociedades. Ya no decidimos a dónde queremos ir, nos movemos como hojas mecidas por un viento infernal donde no paramos de improvisar y de cambiar de ruta.

Y esto es un muy mal asunto de cara a nuestro futuro. Los partidos políticos deberían estar pensando en lo que debemos hacer para mejorar nuestra competitividad. Deberían incluir en sus programas los planes para fomentar aquellas líneas económicas que cada uno crea mejores para nuestro futuro. No todo está en ver como se reparte el presupuesto o como hacemos para que un hijo díscolo no abandone la casa común.

De repente nos maravillamos porque una compañía española está centrada en el desarrollo del Hyperloop o porque leemos como nuestra agricultura está posicionada entre las más eficientes del planeta. Pero esto no pueden ser noticias deslabazadas que obedecen solo a que tenemos empresarios dinámicos que cada vez se mueven mejor por el mundo. Debemos como sociedad impulsar sectores, crear políticas que nos hagan mejores, invertir en recursos para nuestro futuro. Y eso es una función de todos. 

Pero no veo políticos centrados en esto. Y tampoco veo a la sociedad centrada en esto. Nos pasamos el día discutiendo acerca de temas relativos a la fiscalidad, a la gestión de los recursos, a la planificación financiera. Creamos facciones que dilapidan su esfuerzo en discutir desde un lado o desde el otro. Y, ojo, que no digo que no haya que hacer esto. Por supuesto que los partidos políticos deben tener posicionamientos a este respecto, al igual que sus votantes los tenemos. Pero hay que ir más allá. Y no lo estamos haciendo. 

Y no me atrevo a vaticinar si lo pagaremos caro. Solo digo que estamos dejando al azar algo que debería estar basado en nuestra reflexión y en nuestras decisiones como sociedad.

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