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3. Llevar sus cosas con suspensión

La admiración de la novedad es estimación de los aciertos. El jugar a juego descubierto ni es de utilidad ni de gusto. El no declararse luego suspende, y más donde la sublimidad del empleo da objeto a la universal expectación; amaga misterio en todo, y con su misma arcanidad provoca la veneración. Aun en el darse a entender se ha de huir la llaneza, así como ni en el trato se ha de permitir el interior a todos. Es el recatado silencio sagrado de la cordura. La resolución declarada nunca fue estimada; antes se permite a la censura y si saliere azar, será dos veces infeliz. Imítese, pues, el proceder divino para hacer estar a la mira y al desvelo.

 

 

Pocos aforismos gracianos los hay como este, tan claramente planteando una visión artificiosa de las relaciones entre personas. En él se defiende la prudencia y la ocultación de los sentimientos. «huir de la llaneza», «el recatado silencio de la cordura». Tenemos a un Gracián dolido ya por sus problemas mundanos y que defiende no manifestar nunca intenciones que puedan ser perjudiciales. En cierta medida, nuestro mundo defiende más la idea de «llaneza», mostrarse como es uno; encubrirse se ve como artificioso. Sin embargo, la realidad es que en pocas épocas como en la nuestra ha habido tanta propensión a crear identidades ficticias de las personas. Los medios, y nosotros mismos en las redes sociales, creamos una imagen falsa y quizá interesada de lo que somos. Tenemos más herramientas que nunca para hacerlo. Pero lo que estamos haciendo es falsear la realidad, crear una apariencia de lo que no somos. Gracián defendería esta postura desde una perspectiva instrumental, ocultarse para lograr nuestros fines, pero no como algo sustancial en la persona.

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