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Todo fluye, nada es

«El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos», le dice Ilsa a Rick en aquella monumental Casablanca. Era la segunda guerra mundial en el momento del máximo apogeo del triunfo alemán sobre el resto del mundo. Las esperanzas estaban perdidas, se había hundido ya el mundo anterior y nadie sabía lo que el futuro iba a traer. Pero los cambios se avecinaban.

Así estamos nosotros ahora. Nuestro viejo mundo se está derrumbando al terrible paso de ese maléfico virus que avanza inmisericorde por toda la faz de la tierra. Y, además, ¡joder!, nosotros ya estábamos enamorados, así que ni siquiera nos cabe esa ilusionante opción.

Llevo varios días intentando escribir algo, pero el ánimo me ha estado faltando entre otras cosas porque tanto se están diciendo sobre ese brutal enemigo de la humanidad que no sé si merece la pena decir algo más. No obstante, esta mañana me he levantando con ganas. Y, por ello, voy a intentar comentar algunas cuestiones sobre algo de lo que quizá no se estén diciendo tantas cosas. De los temas médicos, del miedo, de los aplausos a los sanitarios, de la falta de EPI, de las críticas o alabanzas al gobierno… ya se habla suficientemente. Poco voy a aportar ya ahí. De lo que me gustaría hablar es de las cosas en las que creo que vamos a ver cambios después de esta pandemia. Y no es que me guste practicar la adivinación. Tengo poco de oráculo y siempre sigo aquella tremenda afirmación de Yogi Berra acerca de lo difícil que es pronosticar y más si es hacia el futuro. Pero bueno, por lo menos haré un breve catálogo de algunos temas sobre los que no tengo demasiadas respuestas pero sí atesoro múltiples dudas.

Globalización

Una de las primeras cosas que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en lo que está pasando es que la globalización tiene una parte importante de responsabilidad en la expansión de la pandemia. Podemos comenzar por hablar del enorme trasiego de viajeros que hoy van continuamente de una parte a otra del globo. En este escenario, la amenaza biológica está servida. Si en el Medioevo cuando la peste asolaba ciertas partes del mundo se hubiera viajado tanto como ahora quizá la humanidad no existiría. Hoy los contagios universales son inminentes debido a este trasiego. De modo que, pienso que quizá una de las primeras consecuencias que vamos a ver en el futuro próximo es que la gente va a sentir más miedo a viajar fuera de su entorno más cercano y confiable. Quizá algunas industrias se vean arrastradas en este cambio de paradigma.

Pero es solo una primera vertiente. La otra tiene que ver con la disponibilidad de recursos. Nos hemos acostumbrado a un mundo en el cada país se especializa en una serie de segmentos productivos y olvida otros. Para qué fabricar mascarillas aquí si en China ya se hacen mejor y más baratas. La experiencia de estos últimos días nos ha demostrado que esto, sanitariamente hablando, es un error. En una pandemia global, todos compiten con todos por llevar la protección a su país y no es fácil traer EPI de China compitiendo con el resto del mundo que desea llevárselos. En su comparecencia de anoche, el presidente del gobierno indicaba que más allá de los intentos de compra que se están realizando, se alentaba a la industria española a introducirse en la fabricación de imprescindibles elementos como EPI, respiradores, etc. O sea que en la economía, creo que vamos a ver también alguna cuestión relevante de cara al futuro. Ciertos suministros críticos no deben dejarse en manos de terceros países por más que exista un tráfico comercial normalizado con ellos.

Unión Europea

No sé qué cosas se van a replantear dentro de la Unión, pero lo que está claro es que en esta crisis cada país ha ido a lo suyo y lo último en lo que ha pensado es en ayudar al que lo necesita. Si ya vimos esta tendencia con la crisis económica de 2008, ahora esta idea ha tomado ya un cuerpo demasiado relevante. Por ejemplo, cuando Italia estaba comenzando a ser azotada por el virus de forma despiadada, Francia o Alemania semi nacionalizaban su industria sanitaria auxiliar para prepararse a lo que iba a venir. Claro ejemplo de que no somos una sociedad cohesionada. Y digamos que cuando a nivel económico aquello de que Alemania se negaba a ayudar a aquellos vagos griegos, muchos hasta lo entendíamos. Pero ahora no podemos entenderlo y no creo que vayamos a perdonar a corto plazo ciertas cosas cuando las primeras grandes ayudas médicas para Italia o para España no nos vienen de nuestros socios y amigos sino de China.

Política de alianzas

Estábamos en un escenario donde éramos Unión Europea y nuestro amigo tradicional eran los Estados Unidos, aquellos que nos sacaron del mal trago de las guerras en nuestro aciago siglo XX. En ese contexto, los chinos eran los malos. Querían espiarnos a través de su tecnología y se iban comiendo, poco a poco, nuestro tejido tecnológico. ¿Y ahora qué? Resulta que el amigo chino parece que está jugando el rol de aquel Míster Marshall al que Europa dio tan efusivamente la bienvenida y nosotros vimos pasar de largo. ¿Creéis que ahora vamos a seguir viendo mal a compañías como Huawei que ayer nos donaron 500.000 mascarillas? O todo el escenario cambia mucho, o la opinión pública va a comenzar a ver mucho mejor a China que a Estados Unidos o incluso que a alguno de nuestros socios europeos.

El rol del Estado

Desde la época Tatcher-Reagan el neoliberalismo lo ha impregnado todo. El Estado comenzó a verse como un enemigo del dinamismo económico y de la libertad personal. Una enorme fiera burocrática que consumía los recursos de las poblaciones. La socialdemocracia no ha sabido hasta ahora encontrar un discurso convincente para enfrentarse a este punto de vista. Y, sin embargo, en los últimos días hemos visto como todos reclamamos un Estado fuerte y protector que sea capaz de defender a sus poblaciones del enemigo biológico. Estamos hablando de que hasta los gobiernos más extremadamente liberales, como pueden ser los de USA o UK, hablan de proteger a sus poblaciones. Se están incurriendo en gastos desorbitados para enfrentarse a la pandemia y cubrir las necesidades de la población. ERTE, suspensión del pago de ciertas deudas, permisividad para los impagados… En fin, todo lo contrario a lo que sucedió en la crisis económica de 2008. Y esto por igual en muchos países, tanto si gobierna la derecha como la izquierda.

Los enemigos de la humanidad

Armas nucleares, meteoritos, fanatismos religiosos… La humanidad se enfrenta tradicionalmente a muchos peligros. Y creo que no le hemos dedicado el esfuerzo suficiente al asunto de las posibles pandemias que nos pueden asolar. En esto, Bill Gates, que es una de las personas más clarividentes de nuestra generación, estaba alertando desde hace bastante tiempo. La transmisión vírica en un mundo hipercomunicado como el actual es el principal potencial peligro para la humanidad. Y espero y deseo que cosas como el COVID-19, que al fin y al cabo, con todos sus peligros, es un virus benigno, nos esté avisando de lo que nos espera y nos haga prepararnos. Imaginaos un virus con el potencial de contagio que tiene este y una letalidad como la del Ébola. O nos ponemos las pilas en este asunto y comenzamos a dedicar enormes recursos a la investigación y a la preparación para enfrentarnos a las pandemias, o estamos bien jodidos.

La transmisión vírica en un mundo hipercomunicado como el actual es el principal potencial peligro para la humanidad. Y espero y deseo que cosas como el COVID-19, que al fin y al cabo, con todos sus peligros, es un virus benigno, nos esté avisando de lo que nos espera y nos haga prepararnos

Habrá muchas más consecuencias, sin duda. Quién sabe cuáles. Yo realmente en las que no creo son en esas tan beatíficas que ahora se nos señalan a diario. Me refiero a lo buenos que vamos a ser, a lo poco que nos vamos a enfrentar entre quienes tenemos ideas diferentes, a lo que vamos a valorar a nuestros sanitarios o a nuestro personal de servicio público… Tenemos el veneno en las venas y termina saliendo como siempre. Es de agradecer que haya un cierto respiro político y que, como en la Inglaterra de Churchill, gobierno y oposición dejen de tirarse momentáneamente los trastos. Pero esto no creo que dure. Veremos. Pero sí creo que el dicho del viejo Heráclito cuadra ahora mejor que nunca, todo fluye, nada es. Y si pensamos que hay algo estable en lo que a la humanidad se refiere, claramente nos estamos equivocando.

6 comentarios en «Todo fluye, nada es»

  1. Antonio, tienes toda la razón, pero siempre me pregunto, cuando ocurren hechos de esta envergadura, si realmente es un baño de humildad y lección que a todos nos recuerda, donde estamos, y los errores que hemos cometido, o por desgracia… en un periodo realmente corto, volveremos a sumergirnos en la inmadurez y frivolidad. Esperemos reflexionar, con la serenidad que tu querido Baltasar Gracian, nos aconsejaba demos un nuevo enfoque al modus vivendi que actualmente tenemos con el resto de los humanos y toda la vida que nos rodea en este planeta que al fin y al cabo, es un trozo de roca que vaga por el universo.
    Posdata: Al final Paris fue liberado, por la Nueve. Y hoy sigue siendo una maravillosa ciudad libre.
    Un saludo

    1. Foto del avatar

      En fin, Juan, yo pertenezco al género pesimista acerca de la evolución en cuanto a la personalidad humana. Es cierto que las sociedades han ido avanzando respecto a facilitar la convivencia, a amaestrar en parte a esos lobos que Hobbes decía que somos. Pero no en cuanto a cómo cada persona es en lo referido a solidaridad, humanidad, tolerancia, altruismo… Por eso no me espero demasiadas mejorías tras esta debacle que estamos viviendo. De verdad que me temo lo peor y ojalá me equivoque y también tengamos nuestra Nueve que nos libere de este drama que nos asola como sociedad. Un abrazo

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