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5. Hacer depender

No hace el numen el que lo dora, sino el que lo adora: el sagaz más quiere necesitados de sí que agradecidos. Es robarle a la esperanza cortés fiar del agradecimiento villano, que lo que aquella es memoriosa es este olvidadizo. Más se saca de la dependencia que de la cortesía: vuelve luego las espaldas a la fuente el satisfecho, y la naranja exprimida cae del oro al lodo. Acabada la dependencia acaba la correspondencia, y con ella la estimación. Sea lección, y de prima en experiencia, entretenerla, no satisfacerla, conservando siempre en necesidad de sí aun al coronado patrón; pero no se ha de llegar al exceso de callar para que yerre, ni hacer incurable el daño ajeno por el provecho propio.

 

 

Tenemos aquí a un Gracián posibilista, que indica como funcionan las cosas aunque no parece estar totalmente de acuerdo con ellas. Lo que viene a decirnos es que no busquemos retener a los demás solo por su agradecimiento a nuestras acciones sino por el hecho de mantener asuntos que les hagan depender de nosotros. Esto se debe a que «el agradecimiento villano» es olvidadizo y acabado aquel negocio por el que nos debían lealtad, admiración, etc., el vínculo desaparece. No obstante, Gracián sabe que este no es el comportamiento del sabio, sino que la persona prudente se pondrá limites al hecho de mantener dependientes de los demás si sus acciones les perjudican, se trata de «no hacer incurable el daño ajeno por el provecho propio». En fin, situaciones que todos vivimos a diario. Mantener relaciones es fácil mientras está viva la llama del interés que las sustenta, pero acabado este, las personas se olvidan de ti con mucha facilidad.

 

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