Como no podía ser de otra manera, después de la espantada de mi última colaboración en el blog no queda más opción que informar a mis queridos (y escasos) lectores acerca del estado de la cuestión.
En resumen, la cosa marcha. La huerta a toda producción, los tomates de muerte. ¡Pedazo ensaladas, gazpachos, pistos, tucos, cremas…! nos andamos disfrutando este verano. Y todo ello con materia prima natural y criada y crecida a través de las propias manos.
Pongo aquí algunos testimonios.
Hace poco me decía un buen amigo que toda persona tenía derecho, como Vito Corleone en El Padrino, a morir mientras cultiva su huerta (o juega con su nieto en la misma, como el Don). ¡Qué razón tienes, compañero! ¡Qué placer diñarla entre el color vivaz de la enramada de tomates, el áspero aroma de los pimientos, o el preciado volumen de los calabacines!
Vamos que lo del cultivo hasta ahora da más alegrías que las colaboraciones literarias en el blog, así que no sé, no sé… Es probable que la escasa creatividad que me resta siga volcándola, al menos un tiempo, entre los vegetales mejor que entre los dígitos binarios. Pero de todo se cansa el animal humano…
Buena filosofía en este mundo tan loco y tan irreal,
las prisas no nos dejan pararnos a ver como crecen los tomates, como van cojiendo el ansiado rojo, ni siquiera pararnos a paladear su sabor y cuando nos damos cuenta estamos quitando con prisa el plato de la mesa, porqure hay que acostarse.
Me alegra mucho que hayas conseguido saborear la huerta desde la mata hasta el plato.
Besos para todos
Hola Antonio, te felicito por tu cosecha tienes más suerte que yo, mis tomateras tienen verdes los tomates, los pepinos no crecen y los pimientos igual este año el verano frío está haciendo estragos en la sierra. Lo que es seguro, es que no vas comerte un tomate mejor que el que has cosechado tu mismo.
Disculpa que se me había olvidado firmar, soy Isidro