Desde mi ventana veo el verde pinar de la sierra de Humilladero. Una extraña mancha entre un mar de olivos. Al atardecer de la fase avanzada del verano, la luz adquiere unos tonos dorados como no podrás verlos en otro lugar del mundo más que en el sur de España. El nombre de Humilladero le viene dado porque en 1410, en este lugar, el Infante don Fernando, regente de Castilla, que pretendía reconquistar Antequera, le fue entregada por tropas que venían a auxiliarle desde Sevilla, la espada de Fernando III el Santo. El infante y todo su ejército se humillaron rodilla en tierra jurando no guardar la espada hasta no haber conquistado la ciudad.
El sol se pone al oeste, por detrás de Sierra de Yeguas y el aspecto salino que en el verano toma la laguna de Fuente de Piedra, suaviza su impactante color blanco. El viajero puede pensar que estamos en un lago helado de Siberia, pero los más de treinta grados de temperatura lo desmienten. Es la sal que se precipita cuando el agua escasea por el calor.
En cuanto lleguen las primeras lluvias otoñales volverá el color azul del agua. Quedan pocos flamencos, este año las escasas lluvias han hecho que la colonia de varios miles que siempre anidan en la laguna, se hayan desplazado hasta el delta del Ebro. Pero los que quedan continúan siendo bellísimos. Cuántas tonalidades de rosa entre el plumaje interior de las alas y el exterior del resto del cuerpo. Las patas, de rosa intenso, contrastando con el delicado del resto del plumaje. Cuando remontan el vuelo desde el agua, parece que el mundo se detiene. Estamos ante una escena de un ballet mágico al que el universo acude como espectador desde hace cientos de miles de años. Al Este, entre los olivares, Mollina, el más grande de todos, la capital de nuestro pequeño reino poblado por más olivos que personas, en la comarca de Antequera, al norte de la provincia de Málaga. Poco más de diez mil habitantes en total, entre las tres poblaciones, Mollina, Humilladero y Fuente de Piedra. Cuando los flamencos anidan en la laguna, hecho que solo ha tenido dos o tres excepciones en los últimos treinta años, también es mayor la población de flamencos que la de personas. A las cinco y media de la mañana, impulsados por su extraño reloj biológico, una multitudinaria tribu de gallos eclosiona con su repetitivo y sonoro canto matutino. Al poco rato, el pastor pasa llevando su rebaño de ovejas y cabras. El tañer de sus esquilas termina de espabilarnos. Algunos perros ladran. Poco más. Si concentras el oído puedes oír alguna muy, muy lejana maquinaria en el polígono o el ronronear de algún madrugador motor que se desplaza por la MA-334.
En pleno mes de agosto, si acudes por la tarde a la laguna, solo oyes el ancestral sonido del canto de las decenas de diferentes clases de aves que la pueblan. El más agudo del chorlito y el seco y chirriante del flamenco, el característico de la multitud de cormoranes, pagazas, cigüeñuelas… Cuando nos adentramos por el olivar es la tórtola la que toma presencia y en las poblaciones, la omnipresente golondrina con sus vuelos suicidas. Qué decir de la enorme población de conejos o de los impresionantes zorros que de vez en cuando se dejan ver confiados. Un reino es este donde aún la presencia humana no ha desbordado en su totalidad a la animal. Ojalá se conserve así durante muchos años.
La luz dorada del sol sobre el olivar cuando atardece me trae recuerdos de la infancia. Yo nací un poco al norte de esta zona, en Arjona, un pueblo de la campiña jiennense, otro lugar poblado de olivos, más aún que este, con mochuelos, tórtolas, zorzales; igual que aquí y con el mismo sol dorando de los aterdaceres veraniegos. Una vez, de niño, soñé que estaba perdido entre esos olivares y esa impresionante luz se filtraba entre los entresijos de mi sueño. Recuerdo los olivos, el sol, las suaves colinas con sus tonos entre el pardo de la tierra y el verde de los olivos. Luego el sueño daba un giro radical y a quien esperábamos era a mi madre que volvía de algún lugar. Allí estábamos mi padre, mis hermanas y no sé cuantas otras personas, el sol se ponía ya y mi madre no llegaba. No recuerdo más. Con seis años mi familia tuvo que emigrar a aquel Madrid de aluvión de los años sesenta y mi vida rural se acabó. Ahora, a más de cincuenta años de aquel sueño, vuelvo a ella.
Políticamente, Humilladero presenta algunas curiosidades. Desde la Transición y hasta las últimas municipales ha mantenido alcalde de Izquierda Unida. Casi cuarenta años consecutivos. No deja de ser curioso, llamativo y estupendo verse rodeado de calles con nombres como Rosa Luxemburgo, Nicolás Salmerón, Clara Campoamor, Victoria Kent, Las trece rosas, Marcelino Camacho, Antonio Machado, Emiliano Zapata… y tantos otros personajes normalmente reivindicados por la cultura progresista o de izquierda. Incidiendo en este asunto, Felix Doblas, el que era alcalde del pueblo en 2007, fue uno de los principales promotores del movimiento a favor de la III República que se comenzó a desarrollar en alguno de los municipios de la zona. Esa raigambre pro-republicana sigue estando viva en la población. Así, por ejemplo, el 5 de noviembre de 2016 se celebrará aquí el Primer Encuentro Andaluz por la República. Actualmente gobierna la localidad el PSOE, con Ana Pérez Nebreda como alcaldesa, con el apoyo de los concejales del PP, algo que aquí está siendo posible, aunque a nivel nacional nadie parezca poder lograrlo.
Afortunadamente esta es una zona poco concurrida por el turismo estival (que me perdonen los hosteleros de la zona). Ello nos da una tranquilidad especial muy diferente de la que se percibe en la costa malagueña. Ello no es óbice para que en su día fuera ruta transitada por numerosos viajeros ingleses, sobre todo en el siglo XIX. Alentados sobre todo por las descripciones de Washington Irving, buscaban encontrarse con nuestros abruptos antepasados, el olor a ajo de su cocina, sus acongojantes navajas y sus extrañas capas, sombreros y trabucos bandoleriles. Hoy, nuestros de-momento-paisanos británicos prefieren la mucho más concurrida Costal del Sol.
Me falta mucho por investigar sobre la zona, su gente, sus recursos, su mundo empresarial. su ambiente cultural. En este último ámbito no puedo dejar de resaltar la presencia en Mollina del excepcional pintor y escultor Kurt218. En sus esculturas parte de los materiales de la zona, el olivo, la vid… y luego se completan con otros más convencionales, como la terracota. Con todo ello da forma a unas admirables obras de arte, de las que ya tengo el honor de poseer un par de ellas, ya que además las comercializa a precios más que populares.
Imposible dejar de mencionar a nuestra capital de referencia, Antequera. Para cuando me canso del exceso de ruralidad y necesito volver al entorno ciudadano, ahí está esta bellísima ciudad, con todos los servicios necesarios y su maravilloso entorno arquitectónico que parte del periodo megalítico (Los Dólmenes) y culmina con el Renacimiento y el Barroco (Colegiata). Recientemente el entorno de Los Dólmenes (en mi primaria yo lo estudiaba solo como «La cueva de Menga»), el Torcal y la Peña de los Enamorados han sido nombrados, por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad. Desde dentro de Menga podemos ver la Peña, o el Indio, como también se la conoce por aquí. A la llegada del solsticio de verano, el sol llega hasta el último rincón de la cueva. Nuestros antepasados debieron ver en esa pseudo imagen que representa la Peña, algún indicio de divinidad, ya que Menga es el único de estos monumentos en el mundo que en lugar de apuntar al Este, apunta al lugar donde se encuentra esa extraña cara esculpida por la naturaleza. Nuestros antepasados estaban entonces trabajándose la revolución neolítica, olvidándose de su vida nómada de recolectores y cazadores para hacerse agricultores sedentarios. Algo debieron ver en la zona para trasladar algunas de las piedras del dolmen cuyo peso se calcula en unas 170 toneladas.
Yo voy a seguir los pasos de nuestros antepasados del Neolítico (pero espero no tener que arrastrar piedras). Para mi ha llegado el momento de cambiar de aires. Toda mi vida he trabajado de modo cercano al límite de mis posibilidades. Comencé en el mundo laboral a los 15 años. Hice el bachillerato y la carrera, mientras trabajaba. Luego siempre anduve con uno u otro emprendimiento. La cuestión es que nunca me recuerdo con menos de doce o catorce horas de trabajo al día. Sea estudiando y trabajando, sea solo trabajando. El último proyecto, BQ, ha sido extenuador, pero no más que los anteriores. Ha llenado a tope mi vida profesional durante los últimos seis años. Por él tuve que abandonar mi tesis doctoral cuando ya me faltaba solo un pequeño empujón para terminarla. Pero mereció la pena. Mis socios y yo hicimos lo que pocos han hecho en este país, crear una tecnológica de éxito; me dio la oportunidad de dirigir nuestros servicios de postventa, lo que suponía mantener el contacto a diario con nuestros varios millones de clientes, con sus necesidades e inquietudes; intentar lograr su satisfacción, que nuestros empleados crecieran profesionalmente. No siempre se logra todo, pero creo que la media es más que aceptable. Ahora llega el momento de cambiar de aires, mis socios son muy jóvenes y les queda fuelle para continuar llevando a buen puerto el proyecto. Mis planes son simples, primero instalarme en esta zona de Málaga y volver a retomar el mundo de la especulación intelectual entre los olivos y las tórtolas. Luego, veremos. No soy de quedarme quieto hasta que la vida decida detenerme en seco.
Antonio, me gusta leer lo que escribes porque al mismo tiempo que entretienes informas y describes muy bien los lugares por los que. te mueves y siempre se aprende algo contigo
Te agradezco tus palabras, amigo Antonio.